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ALOCUCIÓN DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS ALUMNOS DE LAS UNIVERSIDADES Y ATENEOS ROMANOS 


Jueves 15 de diciembre de 2005

 

Queridos hermanos;
distinguidas autoridades académicas,
queridos estudiantes: 

Con gran alegría os dirijo a todos mi cordial saludo, al final de la tradicional celebración eucarística pre-navideña para los universitarios de los ateneos romanos, que tanto estimaba mi amado predecesor Juan Pablo II. Saludo en primer lugar al cardenal vicario, que ha presidido la santa misa, así como a los demás eclesiásticos presentes. Os doy las gracias a cada uno de vosotros, queridos amigos, por haber aceptado la invitación a participar en este encuentro; y expreso mi agradecimiento, en particular, a la ministra de Educación, universidades e investigación, así como a los rectores de los ateneos de Roma y de Italia, a los directores de los Conservatorios, a los capellanes universitarios y a las delegaciones de estudiantes procedentes de algunos países de Europa y África.

Además, me alegra acoger, en esta circunstancia, también a los participantes en el Congreso mundial de pastoral para estudiantes extranjeros, organizado por el Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes. A todos doy una afectuosa bienvenida.

Aprovecho, de buen grado, esta ocasión para expresar mi gran complacencia por la creciente colaboración que se va instaurando entre los diversos ateneos romanos. Queridos amigos, continuad realizando juntos la reflexión sobre el nuevo humanismo, teniendo en cuenta los grandes desafíos de la época contemporánea y tratando de conjugar de modo armónico la fe y la cultura.

¡Cuán necesario resulta en este momento histórico cultivar una esmerada investigación cultural y espiritual!

Asimismo, me ha complacido saber que las cinco facultades de medicina de la ciudad han acordado comprometerse en algunos campos a colaborar en los temas de la vida. Y, en el ámbito más específicamente pastoral, he apreciado la decisión de profundizar en el tema de la transmisión de la fe, con un camino formativo que involucre tanto a los alumnos como a los profesores.

A vosotros, queridos jóvenes, que participáis en gran número, os deseo que realicéis con alegría vuestro itinerario de formación cristiana, conjugándolo con el esfuerzo diario de profundización en los conocimientos propios de vuestros respectivos campos académicos. Es necesario redescubrir la belleza de tener a Cristo como Maestro de vida y renovar así de modo libre y consciente la propia profesión de fe.

Quisiera dirigir ahora mi atención a los estudiantes extranjeros. Su presencia constituye un fenómeno cada vez mayor y representa para la Iglesia un campo importante de acción pastoral. En efecto, los jóvenes que salen de su país por motivos de estudio deben afrontar no pocos problemas y sobre todo corren el riesgo de sufrir una crisis de identidad, una pérdida de los valores espirituales y morales. Por otra parte, la posibilidad de estudiar en el extranjero es para muchos jóvenes una oportunidad única de capacitarse para poder contribuir mejor al desarrollo de sus respectivos países, y también para participar de modo activo en la misión de la Iglesia. Es importante proseguir el camino emprendido para salir al encuentro de las necesidades de estos hermanos y hermanas nuestros.

Queridos amigos universitarios, nos acercamos a la grande y sugestiva celebración de la santa Navidad. El clima típico de esta fiesta nos invita a la intimidad y a la alegría. A la vez que deseo, a quienes les sea posible, que pasen las festividades navideñas serenamente con su familia, os invito a captar plenamente el mensaje espiritual que nos vuelve a proponer esta solemnidad. Dios se hizo hombre, puso su morada entre nosotros. Preparemos nuestro corazón para acoger a Aquel que viene a salvarnos con el don de su vida, que se hace uno de nosotros, se acerca a nosotros y se convierte en hermano nuestro.

Que os guíe en esta espera María santísima, Sedes sapientiae. Su icono, que está visitando varias naciones, pasa ahora de la delegación de Polonia a la de Bulgaria, para proseguir en ese país su peregrinación por las ciudades universitarias. Que ella, la Virgen fiel, la Madre de Cristo, os obtenga a cada uno de vosotros y a vuestros ambientes académicos la luz de la Sabiduría divina, Cristo nuestro Señor.

¡Feliz Navidad a todos!

 



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