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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
 AL SÍNODO SIRO-MALANKAR


Lunes 28 de mayo de 2007

 

Beatitud; 
fieles, hermanos y hermanas;
miembros del Sínodo siro-malankar: 

Me alegra acogerlo con ocasión de su primera visita a Roma desde su elección como arzobispo mayor de la amada Iglesia católica siro-malankar. Le agradezco sinceramente su saludo afectuoso y respetuoso, así como su gran deseo de "ver a Pedro" (cf. Ga 1, 18). Juntos demos gracias a Dios por esta providencial oportunidad de confirmar el vínculo de comunión con la Sede de Roma del que su comunidad se siente con razón orgullosa.

Pienso en los ilustres pastores que el Espíritu Santo llamó para ayudar a su pueblo a redescubrir la unidad con el Sucesor de Pedro. Pienso en particular en Mar Ivanios, que en 1930 profesó solemnemente la fe católica, e inició generosamente un camino eclesial lleno de bendiciones. Eso permitió a mi predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II elevar la Iglesia siro-malankar a la categoría de arzobispado mayor en febrero de 2005. El venerable Mar Cyril Baselios, metropolita sui iuris de Trivandrum de los siro-malankares, se convirtió entonces en vuestro primer arzobispo mayor y en calidad de arzobispo mayor vino a Roma para representar a la comunidad malankar cuando la Iglesia y el mundo despedían al amado Pontífice que había sido llamado a la casa del Padre. Inmediatamente después lo siguió el mismo Mar Baselios. Hoy sentimos la cercanía de estos inolvidables pastores, mientras la Iglesia siro-malankar prosigue su generosa misión, llena de confianza en la gracia de Dios.

La valiosa herencia de vuestra tradición eclesial ha sido puesta en sus manos, Beatitud, mediante el acto de elección canónica llevada a cabo por los padres del Sínodo siro-malankar. Que el Señor le conceda abundantes dones espirituales, para que esa herencia siga dando mucho fruto según la voluntad del Señor.

Como Sucesor de Pedro, he tenido la alegría de confirmar la decisión del Sínodo. Ahora la Iglesia universal, juntamente con todos los que pertenecen a su tradición eclesial, cuenta con usted, Beatitud, para garantizar que la comunidad malankar avance por un doble camino. Por una parte, mediante la fidelidad a la  Sede  apostólica participaréis siempre plenamente en la dimensión universal de la única Iglesia de Cristo; y, por otra, vuestra fidelidad a las peculiaridades orientales de vuestra tradición permitirá a toda la Iglesia beneficiarse de  lo que en su sabiduría multiforme "el  Espíritu Santo dice a las Iglesias" (cf. Ap 2, 7 et passim).

Como cabeza y pastor de la Iglesia siro-malankar, usted, Beatitud, tiene la misión de guiar y sostener el testimonio cristiano y la vida eclesial de los fieles de esa noble Iglesia en el vasto subcontinente de la India y en las demás regiones donde hay católicos siro-malankares. Al mismo tiempo, está tratando de afrontar los desafíos más graves que se plantean al inicio de este tercer milenio cristiano.

Ha llegado la hora de la nueva evangelización, un tiempo de diálogo constantemente  renovado  y  convencido con  todos los hermanos y hermanas que comparten nuestra fe cristiana, un tiempo de encuentro respetuoso y fecundo  entre religiones y culturas para el bien de todos y en especial de los más pobres entre los pobres. Debemos renovar constantemente nuestro compromiso  por  la evangelización, tratando de  construir la paz, en la justicia y la solidaridad, para toda la familia humana.

Le deseo que cuente siempre con la fuerza  del  Señor y con el apoyo colegial de sus hermanos en el episcopado, los miembros del Sínodo. Le ruego que les asegure mis oraciones y les transmita mi saludo especial con ocasión del 75° aniversario de la institución de la jerarquía siro-malankar.

Estamos aún inmersos en el clima de Pentecostés y deseamos acompañar a la santa Madre de Dios y a los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, dóciles a la acción del Espíritu. A la santísima Virgen encomiendo mis oraciones por usted, Beatitud, y por toda la Iglesia siro-malankar, pidiendo que el don del Espíritu siga alimentándoos y fortaleciéndoos mientras dais testimonio del Evangelio de Cristo.

Con estos sentimientos imparto de corazón mi bendición apostólica a usted, mi venerable hermano, y a todos los hijos e hijas de la Iglesia siro-malankar.

Muchas gracias. Que Dios os bendiga.



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