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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON MOTIVO DE LA CONCLUSIÓN DE LOS TRABAJOS
DE RESTAURACIÓN DEL PORTÓN DE BRONCE


Viernes 12 de octubre de 2007

 

Venerados hermanos;
ilustres señores y  señoras;
queridos  hermanos y hermanas:

Nos hemos dado cita en este lugar, que constituye el ingreso principal al palacio apostólico, para bendecir e inaugurar el Portón de Bronce completamente restaurado después de dos años de paciente y esmerado trabajo. Se trata de un acontecimiento que de por sí no tiene gran relieve, pero es significativo por la función que desempeña este singular Portón y por los siglos de historia eclesial que ha visto transcurrir. Por tanto, os agradezco vuestra presencia y os dirijo a cada uno mi cordial saludo.

Este Portón fue realizado por Giovanni Battista Soria y Orazio Censore durante el pontificado de Pablo V, que entre los años 1617 y 1619 quiso renovar completamente toda la estructura de la Porta Palatii. En el año 1663, después de la imponente intervención arquitectónica debida al genio de Gian Lorenzo Bernini, fue desplazado hasta su posición actual, es decir, en el umbral entre la columnata de la plaza de San Pedro y el brazo de Constantino.

Desgastado por el tiempo, se pensó restaurarlo con ocasión del gran jubileo del año 2000, pero esta operación de restauración radical sólo fue posible algunos años después. De este modo, el Portón fue desmontado y no sólo se le devolvió su belleza originaria según los métodos y las técnicas más modernas, sino que también se consolidó con acero en su interior. Y ahora ha vuelto a ocupar su lugar y a desempeñar su función, bajo el hermoso mosaico que representa a la Virgen con el Niño entre san Pedro y san Pablo.

Precisamente porque marca el acceso a la casa de aquel a quien el Señor llamó a guiar como padre y pastor a todo el pueblo de Dios, este Portón asume un valor simbólico y espiritual. Lo cruzan quienes vienen a encontrarse con el Sucesor de Pedro. Pasan por él peregrinos y visitantes que se dirigen a las diferentes oficinas del palacio apostólico. Expreso de corazón el deseo de que todos los que entran por el Portón de Bronce se sientan acogidos, desde su ingreso, por el abrazo del Papa. La casa del Papa está abierta a todos.

Manifiesto mi aprecio y mi agradecimiento a quienes han hecho posible esta urgente y radical obra de restauración. Ante todo a quienes han dirigido y realizado los trabajos en sus diferentes fases:  a los Servicios técnicos de la Gobernación y a los laboratorios de restauración de los Museos vaticanos, que se han servido de la colaboración competente de empresas especializadas para las partes de madera y de metal.

Se ha podido afrontar esta larga y ardua intervención gracias a la generosa ayuda económica de la Orden ecuestre del Santo Sepulcro y del Crédito artesano. Por tanto, expreso mi profunda gratitud a estas dos instituciones, que así han querido renovar una manifestación de fidelidad al Sumo Pontífice y de atención a los bienes artísticos de la Santa Sede. Mi agradecimiento más sincero se extiende a quienes, de diversas maneras, han dado su contribución.

Y ahora aseguro un recuerdo en la oración a los responsables, a los obreros y a los bienhechores, así como a cada uno de vosotros, aquí presentes, a la vez que con afecto imparto a todos la bendición apostólica.



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