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ENCUENTRO CON LOS PATRIARCAS Y ARZOBISPOS MAYORES
DE LAS IGLESIAS ORIENTALES CATÓLICAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Castelgandolfo
Sábado 19 de septiembre de 2009

 

Señores cardenales;
Beatitudes;
venerados patriarcas y arzobispos mayores:

Os saludo a todos cordialmente y os doy las gracias por haber aceptado la invitación a participar en este encuentro: a cada uno doy mi abrazo fraterno de paz. Saludo al cardenal Tarcisio Bertone, mi secretario de Estado, y al cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, así como al secretario y a los demás colaboradores del dicasterio.

Demos gracias a Dios por esta reunión de carácter informal, que nos permite escuchar la voz de las Iglesias a las que servís con admirable abnegación y fortalecer los vínculos de comunión que las unen a la Sede apostólica. Este encuentro me recuerda el del 24 de abril de 2005 junto a la tumba de san Pedro. Entonces, al inicio de mi pontificado, quise emprender una peregrinación ideal al corazón del Oriente cristiano: peregrinación que hoy conoce otra significativa etapa y que tengo intención de proseguir. En varias circunstancias me habéis solicitado un contacto más frecuente con el Obispo de Roma para hacer más sólida la comunión de vuestras Iglesias con el Sucesor de Pedro y examinar juntos, en cada ocasión, posibles temas de particular importancia. Esta propuesta la habéis renovado también en la última plenaria del dicasterio para las Iglesias orientales y en las Asambleas generales del Sínodo de los obispos.

Por mi parte, siento como deber principal promover la sinodalidad tan arraigada en la eclesiología oriental y acogida con aprecio por el concilio ecuménico Vaticano II. Comparto plenamente la estima que el Concilio manifestó a vuestras Iglesias en el decreto Orientalium Ecclesiarum, y que mi venerado predecesor Juan Pablo II reafirmó sobre todo en la exhortación apostólica Orientale Lumen, así como el deseo de que las Iglesias orientales católicas "florezcan" para desempeñar "con renovado vigor apostólico la función que les ha sido confiada (...) de promover la unidad de todos los cristianos, sobre todo de los orientales, según el decreto sobre el ecumenismo" (Orientalium Ecclesiarum, 1 y 24). El horizonte ecuménico a menudo está vinculado al interreligioso. En estos dos ámbitos toda la Iglesia necesita la experiencia de convivencia que vuestras Iglesias han madurado desde el primer milenio cristiano.

Venerados hermanos, en este encuentro fraterno, durante vuestras intervenciones emergerán ciertamente los problemas que os preocupan y que podrán encontrar orientaciones adecuadas en las sedes competentes. Quiero aseguraros que os tengo constantemente presentes en mi pensamiento y en mi oración. No olvido, en particular, el llamamiento de paz que pusisteis en mis manos al final de la Asamblea del Sínodo de los obispos de octubre del año pasado.

Y hablando de paz, el pensamiento se dirige en primer lugar a las regiones de Oriente Medio. Por eso, aprovecho la ocasión para anunciar la Asamblea especial del Sínodo de los obispos para Oriente Medio, que he convocado y que se celebrará del 10 al 24 de octubre de 2010, sobre el tema: "La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio: "La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32)".

A la vez que deseo que esta reunión aporte los frutos esperados, invocando la intercesión maternal de María santísima, de corazón os bendigo a vosotros y a todas las Iglesias orientales católicas.



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