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PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL INICIO DE LA MISA CON SUS EXALUMNOS

Castelgandolfo
Domingo 28 de agosto de 2001

 

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy respondemos a la primera lectura, tomada del profeta Jeremías, con el Salmo 62: mi alma está sedienta de ti, del Dios vivo; como tierra reseca, agostada, te espera a ti, el Dios vivo.

En este tiempo de ausencia de Dios, cuando la tierra de las almas está reseca y la gente aún no sabe de dónde viene el agua viva, pedimos al Señor que se manifieste. Queremos pedirle que, a quienes buscan en otras partes el agua viva, les muestre que esa agua es él mismo, y que él no permite que la vida de los hombres, su sed de algo grande, de plenitud, se apague y se ahogue en lo transitorio.

Queremos pedirle a él, sobre todo para los jóvenes, que se avive en ellos la sed de él y que reconozcan dónde se encuentra la respuesta.

Y nosotros, que lo hemos podido conocer desde nuestra juventud, podemos pedir perdón porque llevamos poco la luz de su rostro a los hombres, porque de nosotros proviene poco la certeza de que «él vive, él está presente y él es la realidad grande, plena, que todos esperamos». Queremos pedirle a él que nos perdone, que nos renueve con el agua viva de su Espíritu y nos conceda celebrar dignamente estos sagrados misterios.



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