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PAPA FRANCISCO

MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

Dios va siempre al límite

Jueves 6 de noviembre de 2014

 

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 46, viernes 14 de noviembre de 2014

 

No puede haber cristianos, y menos aún pastores, que permanezcan tristemente inertes «a mitad de camino» por miedo a «ensuciarse las manos» o ser criticados o comprometer la propia carrera eclesiástica. Es Dios quien muestra el estilo de comportamiento justo, bajando personalmente «al campo de acción» y marchando «siempre adelante, hasta el final, siempre en salida» con un solo objetivo: «¡no perder a nadie!», sobre todo a los alejados, con ternura. Es esta la indicación práctica sugerida por el Papa durante la misa del jueves 6 de noviembre, en la Casa Santa Marta.

El Papa Francisco se centró en el pasaje evangélico de san Lucas (15, 1-10): «Se acercaron a Jesús —explicó— todos los publicanos y pecadores para escucharlo; y los fariseos y los escribas murmuraban, se escandalizaban: “Este acoge a los pecadores y come con ellos”». Por lo demás, destacó el Papa, el gesto de Jesús «era un auténtico escándalo en ese tiempo, para esa gente, ¿no?».

Sin embargo, dijo el Papa, «Jesús vino para buscar a los que se habían alejado del Señor». Y lo explica bien al relatar «dos parábolas: la del pastor —que Jesús retoma en el Evangelio de Juan—, para explicar que Él es el buen Pastor; y la de la mujer» que tenía diez monedas y perdió una. Analizando las parábolas narradas por san Lucas, el Pontífice destacó cómo las palabras «que más se repiten en este pasaje son “perder”, “buscar”, “encontrar”, “alegría”, “fiesta”».

Precisamente estos términos usados por Jesús, continuó el Papa, «nos hacen ver cómo es el corazón de Dios: Dios no se detiene, Dios no llega hasta un cierto punto» y basta. No, «Dios va hasta el final, al límite: siempre va hasta el límite; no se queda a mitad de camino de la salvación, como si dijera: “lo hice todo, el problema es de ellos”».

En realidad, dijo el Pontífice volviendo al pasaje del Evangelio, «Jesús es muy generoso porque casi compara con Dios a estos fariseos y escribas que criticaban». Lo hace iniciando la parábola con estas palabras: «¿Quién de vosotros no hace esto?». Tal vez, es verdad, todos lo hacían, quedándose, sin embargo, «a mitad de camino». En efecto, indicó el Papa, «a ellos les interesaba que el balance de las ganancias y las pérdidas fuera más o menos favorable» y con este modo de ver las cosas «se iban tranquilos».

Este, sin embargo, es un razonamiento que «no entra en la mente de Dios, ¡eh!», afirmó el Santo Padre. Porque «Dios no es un hombre de negocios: Dios es Padre y va a salvar hasta el final, hasta el límite, hasta las últimas consecuencias».

Esto hace Dios, «va al límite siempre: Dios es Padre y el amor de Dios es esto». Este estilo de Dios nos dice «a nosotros pastores, a nosotros cristianos» cómo comportarnos. Y es verdaderamente «triste el pastor» que se queda «a mitad de camino, es triste». Y tal vez hace algo, pero dice que no puede hacer más. En efecto, destacó el Papa, «es triste el pastor que abre la puerta de la Iglesia y permanece allí esperando». Como «es triste el cristiano que no siente dentro, en su corazón, la necesidad de ir a contar a los demás que el Señor es bueno».

Hay mucha «perversión —dijo el Pontífice— en el corazón de los que se creen justos, como estos escribas, estos fariseos» de los que hoy habla san Lucas. «Ellos no quieren ensuciarse las manos con los pecadores».

Así, pues, «ser un pastor a mitad de camino es una derrota». En efecto, «un pastor debe tener el corazón de Dios» para «ir hasta el límite». Debe tener «el corazón de Jesús, que había recibido del Padre esa palabra: no perder a ninguno».

He aquí, entonces, que «el verdadero pastor, el verdadero cristiano tiene este celo dentro: ¡que ninguno se pierda!». Y «por eso no tiene miedo a ensuciarse las manos: ¡no tiene miedo! Va donde debe ir, arriesga su vida, arriesga su fama, arriesga perder su comodidad, su estatus, incluso perder en la carrera eclesiástica. ¡Pero es buen pastor!».

Y «también los cristianos deben ser así». Porque «es muy fácil conde nar a los demás, como hacían los publicanos, pero no es cristiano, ¡eh! Por ello el Santo Padre dijo con fuerza: «pastores a mitad de camino, ¡jamás! Cristianos a mitad de camino, ¡jamás!».

Y en este pasaje evangélico, insistió también el Papa, «se dice que esta gente se acercaba a Jesús». Pero «muchas veces se lee en el Evangelio que es Él quien va a buscar a la gente». Porque «el buen pastor, el buen cristiano sale, está siempre en salida: está en salida de sí mismo, está en salida hacia Dios, en la oración, en la adoración». Y «está en salida hacia los demás para llevar el mensaje de salvación».

Así, pues, «el buen pastor y el buen cristiano encarnan la ternura». En efecto, «el cristiano y el pastor a mitad de camino tal vez conoce la diversión, la tranquilidad, una cierta paz». Pero «la alegría» es otra cosa, «la alegría que hay en el paraíso, la alegría que viene de Dios, la alegría que viene precisamente del corazón de padre que va a salvar». El Papa Francisco indicó expresamente la belleza de «no tener miedo de que se hable mal de nosotros» cuando vamos «al encuentro de hermanos y hermanas que están lejos del Señor». Y concluyó pidiendo al Señor «esta gracia para cada uno de nosotros y para nuestra Madre, la santa Iglesia».

 



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