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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL
"MUJERES HACIA LA AGENDA DE DESARROLLO POST-2015:
LOS DESAFÍOS DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE"
[ROMA, 22-24 DE MAYO DE 2015]

 

Al cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson
Presidente del Consejo pontificio Justicia y paz

Señor cardenal:

Tengo el placer de transmitir mi saludo y mi aliento a los participantes en la segunda Conferencia internacional sobre la mujer, que se celebra en estos días en Roma, organizada por el Consejo pontificio Justicia y paz, en colaboración con la Unión mundial de organizaciones femeninas católicas y con la World Women’s Alliance for Life and Family, con el tema «Mujeres hacia la agenda para el desarrollo post-2015. ¿Cuáles son los desafíos de los Objetivos de desarrollo sostenible (OSS)?».

Deseo expresar mi profunda satisfacción por la iniciativa, que tiene como objetivo dar voz a las instancias promovidas por el universo católico femenino en los procesos internacionales que están llevando a la configuración, a nivel de las Naciones Unidas, de un nueva nueva Agenda para el desarrollo post-2015. A este documento desean contribuir muchas mujeres y hombres comprometidos con la defensa y promoción de la vida y la lucha contra la pobreza, la esclavitud y las injusticias que, por desgracia, todavía demasiado a menudo sufren principalmente las mujeres de todas las edades y de cualquier parte del mundo.

En diversas partes del planeta las mujeres se enfrentan a diferentes problemas y desafíos. En el mundo occidental todavía sufren, a veces, la discriminación en el campo laboral; a menudo se ven obligadas a elegir entre trabajo y familia; su vida de novias, esposas, madres, hermanas, abuelas, no pocas veces conoce, por desgracia, la violencia. En los países en vías de desarrollo y en los más pobres son las mujeres las que llevan sobre sus hombros el mayor peso; ellas son las que recorren kilómetros al día en busca de agua; las que muy a menudo mueren al dar a luz a un hijo; las que son secuestradas para fines de explotación sexual u obligadas a casarse en edad demasiado joven o en contra de su voluntad; a veces incluso se les niega el derecho a la vida sólo por ser mujeres. Todas estas problemáticas se reflejan en las propuestas de los «Objetivos para el desarrollo sostenible» que actualmente se están discutiendo en las Naciones Unidas.

Los temas relacionados con la vida están intrínsecamente vinculados a lo social; cuando defendemos el derecho a la vida, lo hacemos para que esa vida pueda, desde su concepción hasta su fin natural, ser una vida digna, que no conozca las heridas del hambre y la pobreza, la violencia y la persecución. El Papa Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in veritate, subrayaba que la Iglesia propone «con fuerza esta relación entre ética de la vida y ética social, consciente de que no puede tener bases sólidas, una sociedad que —mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz— se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada» (n. 15).

A vosotros que estáis comprometidos con la defensa de la dignidad de las mujeres y la promoción de sus derechos, os pido que os dejéis guiar por el espíritu de humanidad y compasión en el servicio al prójimo. Que la competencia profesional sea la primera cualidad esencial, pero sin individualismo, sin mero activismo, sino con compromiso generoso. Así haréis que emerjan los dones inconmensurables con los que Dios ha enriquecido a la mujer, haciéndola capaz de comprensión y diálogo para conciliar los conflictos grandes y pequeños, de sensibilidad para sanar las heridas y cuidar de cada vida, incluso a nivel social, y de misericordia y ternura para mantener unidas a las personas. Estos aspectos, junto con otros, son parte del «genio femenino» que es necesario que se pueda manifestar plenamente en beneficio de toda la sociedad.

Con estos deseos, unidos a sentimientos de gratitud, renuevo mi agradecimiento por haber promovido y organizado la presente conferencia sobre un tema tan importante y urgente. Os aseguro a todos un recuerdo especial en la oración por el éxito de vuestro trabajo y, al tiempo que os pido un recuerdo al Señor también por mí y mi ministerio, os envío de corazón una especial bendición apostólica.

Vaticano, 22 de mayo de 2015

Francisco

 



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