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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DE LA 50ª SEMANA NACIONAL
PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA

[Madrid, 17-22 de mayo de 2021]

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Queridos hermanos y hermanas que están participando en esta 50 —o 49-50, porque el año pasado no se pudo hacer— Semana de Vida Religiosa, que comenzó allá cuando el ahora cardenal Aquilino Bocos Merino, desde la revista Vida Religiosa, empezó a mover el ambiente.

Quiero agradecer públicamente a don Aquilino, el sacerdote, el religioso, que nunca dejó de ser religioso y sacerdote, y que siempre sirve a la Iglesia así. Quiero agradecer ese sembrar continuamente la inquietud por comprender la riqueza de la vida consagrada y hacerla fructificar. No solo comprender, vivirla. No solo teoría, no, práctica. En todo caso, catequesis para practicarla mejor. Así que agradezco públicamente al cardenal Aquilino todo esto.

Y veo el programa, lo tengo aquí, veo que hay gente que tiene mucha experiencia en vida religiosa, y experiencia universal, y experiencia del límite. Por ejemplo, la presidenta de la CLAR, la hermana Liliana: el límite en América Latina, que tantas veces ha aparecido en el Sínodo para la Amazonía; o el cardenal Cristóbal, de Rabat: el límite con el mundo islámico. Y tantos otros participantes desde todo punto de vista.

Me gusta el mensaje, lo estoy viendo ahora por primera vez el programa. Y quiero decirles que estoy cerca de ustedes en la realización de esta 49-50 —mas es 50— Semana Nacional para los Institutos de Vida Consagrada. En la vida consagrada se comprende caminando, como siempre. Se comprende consagrándose cada día. Se comprende en el diálogo con la realidad. Cuando la vida consagrada pierde esta dimensión de diálogo con la realidad y de reflexión sobre lo que sucede, empieza a hacerse estéril. Yo me pregunto sobre la esterilidad de algunos institutos de vida consagrada, ver la causa, generalmente está en la falta de diálogo y de compromiso con la realidad. No dejen esto. Siempre la vida consagrada es un diálogo con la realidad. Alguno dirá “sí, ahora esta forma moderna”. ¡No! Pensemos en santa Teresa. Santa Teresa vio la realidad e hizo una opción de reforma y fue adelante. Después, a lo largo del camino hubo conatos de transformar esa reforma en encierro, siempre hay. Pero la reforma siempre es camino, es camino en contacto con la realidad y horizonte bajo la luz de un carisma fundacional. Y estas jornadas, estos encuentros, estas semanas de vida consagrada ayudan a perder el miedo.

Y también, es triste ver cómo algunos institutos, para buscar cierta seguridad, para poder controlarse, han caído en ideologías de cualquier signo, de izquierda, de derecha, de centro, cualquiera. Cuando un instituto se reformula del carisma en la ideología pierde su identidad, pierde su fecundidad. Mantener vivo el carisma fundacional es mantenerlo en camino y en crecimiento, en diálogo con lo que el Espíritu nos va diciendo en la historia de los tiempos, en los lugares, en diversas épocas, en diversas situaciones. Supone discernimiento y supone oración. No se puede mantener un carisma fundacional sin coraje apostólico, o sea, sin caminar, sin discernimiento y sin oración. Y esto es lo que ustedes están tratando de hacer con esta semana. No es reunirse para tocar la guitarra y decir “qué linda la vida consagrada”, no —sí, toquen la guitarra de vez en cuando porque hace bien cantar, hace bien, como dice san Agustín, “canta y camina”, hace bien—, sino para buscar juntos de no perdernos en formulismos, en ideologías, en miedos, en diálogos con nosotros mismos y no con el Espíritu Santo.

¡No les tengan miedo a los límites! ¡No les tengan miedo a las fronteras! ¡No les tengan miedo a las periferias! Porque ahí el Espíritu les va a hablar. Pónganse “a tiro” del Espíritu Santo. Y estas semanas ayudarán, ciertamente, a ponerse “a tiro”.

Que Dios los bendiga, que la Virgen los cuide. Y si les queda un “cachito” de tiempo, recen por mí. Gracias.



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