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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS NUEVOS EMBAJADORES DE YEMEN, NUEVA ZELANDA, SUAZILANDIA,
AZERBAIYÁN, CHAD, LIECHTENSTEIN E INDIA

Sala Clementina
Jueves, 14 de diciembre de 2017

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Excelencias:

Os doy una cálida bienvenida a todos vosotros por la presentación de las Cartas, que os acreditan como embajadores extraordinarios y plenipotenciarios ante la Santa Sede por parte de vuestros respectivos países: Yemen, Nueva Zelanda, Suazilandia, Azerbaiyán, Chad, Liechtenstein y la India. Os pido amablemente que transmitáis mis sentimientos de aprecio y estima a los jefes de Estado de vuestros países, y que les aseguréis mis oraciones por ellos y por los pueblos a los que sirven.

Al comienzo de vuestra nueva misión, soy consciente de la diversidad de los países que representáis y de las diferentes tradiciones culturales y religiosas que caracterizan la historia de cada una de vuestras naciones. Esto me ofrece la oportunidad de subrayar el papel positivo y constructivo que tal diversidad reviste en el concierto de las naciones. La comunidad internacional enfrenta una serie de amenazas complejas a la sostenibilidad ambiental y a la ecología social y humana de todo el planeta, como las amenazas a la paz y la concordia derivadas de las ideologías fundamentalistas violentas y de los conflictos regionales, que a menudo aparecen bajo el disfraz de intereses y valores opuestos. Sin embargo, es importante recordar que la diversidad de la familia humana no es en sí misma una causa de estos desafíos a la coexistencia pacífica. En realidad, las fuerzas centrífugas que desean dividir a los pueblos no se encuentran en sus diferencias, sino en el fracaso de establecer un recorrido de diálogo y comprensión como el medio más eficaz para responder a dichos desafíos.

Vuestra presencia aquí es un ejemplo del papel clave que desempeña el diálogo para permitir que la diversidad se viva de una manera auténtica y en beneficio recíproco de nuestra sociedad cada vez más globalizada. Una comunicación respetuosa conduce a la cooperación, especialmente en el favorecer la reconciliación donde más se necesita. Esta cooperación a su vez es útil para esa solidaridad, que es la condición para el crecimiento de la justicia y del debido respeto de la dignidad, los derechos y las aspiraciones de todos. El esfuerzo por el diálogo y la cooperación debe ser el sello distintivo de todas las instituciones de la comunidad internacional, así como de todas las instituciones nacionales y locales, ya que todas están encargadas de la búsqueda del bien común.

La promoción del diálogo, de la reconciliación y de la cooperación no pueden darse por descontadas. El delicado arte de la diplomacia y el arduo trabajo de construir una nación deben ser siempre aprendidos nuevamente por cada generación. Compartimos la responsabilidad colectiva de educar a los jóvenes en la importancia de estos principios que sostienen el orden social. Transmitir este valioso patrimonio a nuestros hijos y nietos no solo garantizará un futuro pacífico y próspero, sino que también satisfará las exigencias de la justicia intergeneracional y de ese desarrollo humano integral al que todos los hombres, mujeres y niños tienen derecho.

Estimados embajadores, en el momento en que asumís vuestras grandes responsabilidades al servicio de vuestras naciones, os aseguro la asistencia de las diversas oficinas de la Santa Sede. Formulo mis mejores deseos para vuestro importante trabajo, y con mucho gusto invoco sobre todos vosotros, vuestras familias y todos los ciudadanos de vuestros países, la abundancia de las bendiciones divinas. Gracias.

 



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