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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA UNIÓN PRENSA PERIÓDICA ITALIANA (USPI)
Y DE LA FEDERACIÓN ITALIANA SEMANARIOS CATÓLICOS (FISC)

Sala Clementina
Sábado, 16 de diciembre de 2017

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Queridos hermanos y hermanas:

Os doy la bienvenida, representantes de los casi tres mil periódicos publicados o transmitidos, tanto en papel como en formato digital, por medianass y pequeñas editoriales y por organizaciones y asociaciones sin fines de lucro. Agradezco a Don Giorgio Zucchelli las amables palabras que me ha dirigido en vuestro nombre.

Tenéis una tarea, o más bien una misión, entre las más importantes en el mundo de hoy: informar correctamente, ofrecer a todos una versión de los hechos lo más conforme posible con la realidad. Estáis llamado a hacer accesibles a un público amplio problemas complejos, para hacer una mediación entre el conocimiento disponible para los especialistas y la posibilidad concreta de su amplia divulgación.

Vuestra voz, libre y responsable, es fundamental para el crecimiento de cualquier sociedad que quiera llamarse democrática, de modo que se asegure el intercambio continuo de ideas y un debate provechoso basado en datos reales y correctamente narrados.

En nuestro tiempo, a menudo dominado por la ansiedad de la velocidad, por el aguijón del sensacionalismo en detrimento de la precisión y la integridad, de la emotividad estimulada arteramente en lugar de la reflexión ponderada, existe una necesidad urgente de información confiable, con datos y noticias verificadas, que no apunte a sorprender y emocionar, sino que tenga como objetivo hacer que los lectores adquieran un sentido crítico saludable, que les permita formularse las preguntas adecuadas y llegar a conclusiones acertadas.

De esta forma se evitará estar constantemente a merced de eslóganes fáciles o de campañas de información extemporáneas, de las que se transparenta la intención de manipular la realidad, las opiniones y las personas mismas, a menudo produciendo “polvaredas mediáticas” inútiles.

Las editoriales pequeñas y medias pueden responder más fácilmente a estas necesidades. Poseen, en su propia forma, vínculos saludables que las ayudan a generar información menos masificada, menos sujeta a la presión de la moda, tan pasajera como invasiva. De hecho, está genéticamente más vinculada a su base de referencia territorial, más cercana a la vida cotidiana de las comunidades, más anclada a los hechos en su esencialidad y concreción. Es un periodismo estrechamente conectado a la dinámica local, a los problemas que surgen del trabajo de las diversas categorías, a los intereses y sensibilidades de las realidades intermedias, que no encuentran fácilmente canales para poder expresarse adecuadamente.

También participan en esta lógica los semanarios diocesanos inscritos en la Federación Italiana de Semanarios Católicos (FISC), cuyo 50 aniversario se celebra en estos días. Pueden ser instrumentos útiles de evangelización, un espacio en el que la vida diocesana se expresa válidamente y los diversos componentes eclesiales pueden dialogar y comunicarse fácilmente. Trabajar en el semanario diocesano significa “sentir” de manera especial con la Iglesia local, vivir cerca de la gente de la ciudad y de los pueblos, y sobre todo leer los eventos a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia. Estos elementos son la “brújula” de su manera peculiar de hacer periodismo, de contar noticias y exponer opiniones.

Los semanales diocesanos, integrados con las nuevas formas de comunicación digital, siguen siendo por lo tanto, instrumentos preciosos y efectivos, que necesitan un compromiso renovado por parte de los pastores y de toda la comunidad cristiana y la atención benévola de las autoridades públicas.

Se advierte la necesidad urgente de noticias comunicadas con serenidad, precisión e integridad, con un lenguaje tranquilo, para favorecer una reflexión fructífera; palabras ponderadas y claras, que rechacen la inflación de la charla alusiva, gritada y ambigua.

Es importante que, con paciencia y método, se ofrezcan criterios de juicio e información para que la opinión pública sea capaz de comprender y discernir, y no aturdida y desorientada.

La sociedad también necesita que el derecho a la información sea respetado escrupulosamente junto con el de la dignidad de cada persona humana involucrada en el proceso de información, para que nadie corra el riesgo de salir perjudicado en ausencia de indicios reales y circunstanciales de responsabilidad. No hay que caer en los “pecados de la comunicación”: la desinformación ―o sea, contar solo una parte― la calumnia, que es sensacionalista, o la difamación, buscando cosas superadas, viejas y sacándolas a relucir hoy: son pecados gravísimos que dañan el corazón del periodista y el de la gente.

Por todas estas razones, es deseable que no decaiga el compromiso de todos por garantizar la existencia y la vitalidad de estas publicaciones periódicas, y que se proteja el trabajo y la dignidad de la remuneración para todos los que prestan su trabajo.

Al final de este encuentro, quisiera alentaros a todos, miembros de USPI y FISC, a continuar vuestro trabajo con compromiso y confianza; e invito a la sociedad civil y sus instituciones a hacer todo lo posible para garantizar que los medios y la pequeña industria editorial puedan llevar a cabo su tarea insustituible, proteger el pluralismo auténtico y dar voz a la riqueza de las diversas comunidades locales y sus territorios.

A vosotros aquí presentes y a vuestras familias, como a todos los que prestan servicio en el ámbito de vuestras publicaciones, imparto de todo corazón mi bendición y os deseo una feliz Navidad, que ya está cerca. Por favor no os olvidéis de rezar por mí.

Gracias


Boletín de la oficina de Prensa de la Santa Sede, 16 de diciembre de 2017.

 



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