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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN UN ENCUENTRO ORGANIZADO
POR EL INSTITUTO DE DIÁLOGO INTERRELIGIOSO (IDI) DE BUENOS AIRES

Sala Clementina
Lunes, 18 de noviembre de 2019

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Señoras y señores:

Me alegra darles la bienvenida a todos ustedes, que participan en el encuentro que se ha centrado sobre el documento: «Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común», firmado en Abu Dhabi el 4 de febrero pasado.

Agradezco a todos los organizadores de este encuentro, promovido por Su Excelencia el señor Rogelio Pfirter, Embajador de la República Argentina ante la Santa Sede, con el auspicio del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, y en colaboración con el Instituto del Diálogo Interreligioso de Buenos Aires.

Me complace constatar que este Documento, de carácter universal, se esté difundiendo también en las Américas. Estoy convencido de que la particularidad y la sensibilidad de países y continentes diferentes puedan contribuir verdaderamente a una lectura detallada de este Documento y a una mayor y eficaz comprensión del mensaje que transmite.

Como había dicho durante la  Conferencia Mundial de la Fraternidad Humana: «No hay alternativa: o construimos el futuro juntos o no habrá futuro. Las religiones, de modo especial, no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes entre los pueblos y las culturas». Ha llegado el momento en que «las religiones se empeñen más activamente, con valor y audacia, con sinceridad, en ayudar a la familia humana a madurar la capacidad de reconciliación, la visión, la esperanza y los itinerarios concretos de paz» (4 febrero 2019). Nuestras tradiciones religiosas son una fuente necesaria de inspiración para fomentar una cultura del encuentro. Es fundamental la cooperación interreligiosa, basada en la promoción de un diálogo sincero, respetuoso, que va hacia la unidad sin confundir, manteniendo las identidades. Pero una unidad que trasciende el mero pacto político. Una vez, a propósito de este Documento, al inicio de febrero pasado, un hombre muy sabio, un político europeo muy sabio, me dijo: “esto trasciende la metodología del pacto para mantener el equilibrio y la paz, que es muy buena, pero estos documentos van más allá”. Y me dijo este ejemplo: “pensemos en el fin de la segunda guerra mundial, pensemos en Yalta; en Yalta se hizo un equilibrio para salir del impasse, un equilibrio débil pero posible. Se repartieron la torta, y se mantuvo un periodo de paz, pero estos documentos, esta actitud que va al diálogo entre lo trascendente, crea fraternidad, supera los pactos, supera lo político; es política en cuanto que es humano, pero la supera, la trasciende, la hace más noble”. Este es el camino. Y mientras tanto, sí, a nivel político hacer lo que se puede, porque también es importante.

El mundo nos observa a nosotros, los creyentes, para comprobar cuál es nuestra actitud ante la casa común y ante los derechos humanos; además nos pide que colaboremos entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad, que no profesan ninguna religión, para que demos respuestas efectivas a tantas plagas de nuestro mundo, como la guerra, el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, la corrupción y el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía y, sobre todo, la falta de esperanza.

La intención del Documento es adoptar: la cultura del diálogo como vía; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio. De ahora en adelante se puede afirmar que las religiones no son un sistema cerrado que no se puede cambiar, sino que con su propia identidad. Y esto es clave: la identidad no se negocia, porque si vos negociás la identidad ya no hay diálogo, hay sometimiento. Con su propia identidad están en camino.

La fraternidad es una realidad humana compleja, a la cual se debe prestar atención y tratarla con delicadeza. Cuando Dios nos pregunta: «¿Dónde está tu hermano?», la primera pregunta sobre la fraternidad que está en la Biblia «¿Dónde está tu hermano?», nadie podrá responder: No sé, no soy el custodio de mi hermano (cf. Gn 4,9). Entonces surgen distintas preguntas: ¿Cómo cuidarnos recíprocamente en la única familia humana de la que todos somos hermanos? ¿Cómo alimentar una fraternidad para que no sea teórica,  para que se traduzca en fraternidad? ¿Cómo podemos hacer prevalecer la inclusión del otro sobre la exclusión en nombre de la propia pertenencia? ¿Qué podemos hacer para que las religiones sean canales de fraternidad en lugar de barreras de división? Un poquito de historia nos tiene que espantar: las guerras religiosas, las cristianas, pensemos en la de los 30 años, solamente pensemos en la noche de San Bartolomé. El que no siente espanto adentro que se pregunte por qué.

Es importante demostrar que los creyentes somos un factor de paz para las sociedades humanas y así responderemos a quienes injustamente acusan a las religiones de fomentar odio y ser causa de violencia. En el mundo precario de hoy, el diálogo entre las religiones no es un signo de debilidad. Este encuentra su propia razón de ser en el diálogo de Dios con la humanidad. Se trata de cambiar actitudes históricas. Me viene como símbolo una escena de la Chanson de Roland, cuando los cristianos vencen a los musulmanes y los ponen todos en fila delante de la pila bautismal, y uno con una espada. Y los musulmanes tenían que elegir entre el bautismo o la espada. Eso hicimos los cristianos. Era una mentalidad que hoy no podemos aceptar, ni comprender, ni puede funcionar más. Cuidemos los grupos integristas, cada uno tiene lo suyo. En Argentina hay algún rinconcito integrista por ahí. Y tratemos con la fraternidad ir adelante. El integrismo es una peste y todas las religiones tienen algún primo hermano integrista ahí, que se agrupa.

Espero que este Mensaje de Fraternidad sea recibido por la comunidad internacional, para el bien de toda la familia humana, que debe pasar de la simple tolerancia a la verdadera convivencia y coexistencia pacífica. Sigan trabajando.

Y, por favor, no se olviden de rezar por mí, que lo necesito.  Gracias.

 



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