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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Castelgandolfo
Miércoles 26 de agosto de 1981

 

Hoy es miércoles, y era tradicional que los miércoles hubiera audiencia general. La última debía ser el 13 de mayo; comenzó normalmente y después... bien sabemos lo que sucedió. Todavía no puedo reanudar las audiencias generales este mes. Pero tampoco puedo dejar insatisfechos a todos los peregrinos que vienen expresamente los miércoles. Y hemos encontrado una solución, digamos, menos extensa, un Ángelus. Menos extensa, pero muy devota.

1. Deseo reanudar hoy, si bien en forma breve, la serie de mis encuentros del miércoles, para saludar a los peregrinos de todas las naciones que vienen continuamente y en gran número a visitar Roma, subyugados por su atractivo de intensa elevación espiritual, y que ahora han venido aquí, a Castelgandolfo.

Queridísimos hermanos y hermanas: Dirijo a todos vosotros mi saludo cordial y mis deseos de prosperidad y serenidad cristianas, avalorándolos con la invocación que ha puesto la Iglesia en nuestros labios el domingo pasado y nos acompaña esta semana: "Señor, inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas".

2. En este día, 26 de agosto, Polonia celebra la fiesta solemne de la Virgen Santísima de Czestochowa. Los corazones de todos los polacos están vueltos a Jasna Góra para alcanzar luz, consuelo y esperanza de su Reina y Madre, que ha constituido para ellos un punto de referencia. constante durante siglos en la superación de sus problemas personales, familiares y sociales.

A vosotros todos invito también a dirigir la mente a la Madre de Dios e implorar su intercesión con la piadosa oración del "Ángelus".

3. Hoy debemos recordar asimismo otro acontecimiento: la elección a Sumo Pontífice del Papa Juan Pablo I, que tuvo lugar hace exactamente tres años. Era hombre de fe profunda y caridad ardiente, junto a una gran sencillez y humildad.

Pidamos hoy al buen Papa Juan Pablo I en especial por la Iglesia, tan amada por él, para que nos alcance la gracia de la unidad y de la santidad.

Al impartiros mi bendición al final del Ángelus, me propongo bendeciros a vosotros, a todas vuestras familias, y los objetos religiosos que lleváis con vosotros.


Saludos

(En francés)

Me complazco en acogeros, visitantes de lengua francesa, que dedicáis las vacaciones a visitar esta región tan rica en bellezas y recuerdos históricos y religiosos; y también y, sobre todo, a los que venís en peregrinación a las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo y de los mártires, y al lado del Sucesor de Pedro para apoyaros más fuertemente en la roca de la fe, como decía Jesús en el Evangelio del domingo pasado. Saludo en particular a los peregrinos de la diócesis de Puy con su obispo, y a los de la diócesis de Metz. A todos vosotros y a vuestras familias y, sobre todo, a los que sufren, mis deseos cordiales y mi bendición apostólica.

(En inglés)

Me da alegría tener oportunidad de saludar a todos los presentes de habla inglesa, en particular al grupo de cien Misioneras de la Caridad, religiosas de la madre Teresa de Calcuta. Que vuestra visita sea feliz. Que sea ocasión de gracias especiales de Dios. Os bendigo a todos en su nombre.

(En alemán)

Con gran placer saludo a los visitantes de lengua alemana procedentes de Alemania, Austria y Suiza. Y de ellos, en particular, a la peregrinación de juristas y sus familias de la diócesis de Graz-Seckau, con su obispo, mons. Johann Weber. Doy las gracias en especial a la Capilla musical de Blankenbach, que nos ha hecho gustar sus ejecuciones. Por todos oro al Señor para que mantenga fielmente su protección sobre vosotros toda vuestra vida.

(En español)

Con verdadero placer dirijo ahora mí saludo a todos los aquí presentes de lengua española, procedentes de diversos países, y que han acudido a este encuentro para recitar conmigo la plegaria del Ángelus.

Gracias por vuestra visita y llevaos mi aliento a no olvidar la oración en vuestra vida, para mantener ese contacto con Dios que nos estimula hacia el bien. A vosotros y vuestras familias doy mi cordial bendición.

(En portugués)

A los peregrinos y oyentes de lengua portuguesa va ahora mi saludo cordial. Llegue también a vuestras familias y compatriotas. ¡Gracias de la visita! Y que la fe y el amor cristianos iluminen siempre la vida; que seáis felices con el favor de Dios que os deseo con la bendición apostólica.

(En italiano)

Y finalmente dirijo una palabra ferviente de afecto a los grupos de peregrinos italianos de las parroquias de la Sagrada Familia de Bolonia y de Santa Petronila de la archidiócesis de Palermo. Igualmente deseo recordar en particular a los feligreses de la parroquia de la Santísima Virgen de la Visitación de Susegana (diócesis de Vittorio Véneto), aquí reunidos con propósitos generosos, junto con sus enfermos; y también al grupo de 50 ciclistas de Vigevano, acompañados del canciller episcopal. A todos mi deseo de paz y esperanza confiada, acompañado de mi bendición.

(En polaco)

Hay varios grupos aquí. La peregrinación diocesana de la juventud de Koszalin; la de pastoral académica de Cracovia; jóvenes de Czestochowa; clérigos y muchachos de Lublín; jóvenes de Estetin; la peregrinación de la iglesia de Santa María Virgen de Cracovia "mariacka"; dos grupos de peregrinos de Varsovia y de otras ciudades polacas; además, un grupo de peregrinos polacos de Estados Unidos; y ciertamente, muchos peregrinos venidos individualmente de todo el país.

Deseo presentarme con vosotros ante el altar de la Señora de Jasna Góra, como lo he hecho muchos años, y he celebrado la Eucaristía en Vetta, en presencia del cardenal primado y de todo el Episcopado. Como durante muchos años en aquel lugar y unido a todos los polacos, deseo encomendar también hoy a la Señora de Jasna Góra los asuntos de nuestra patria, los asuntos de nuestros compatriotas. Pienso en especial en los asuntos de que habla el último comunicado del consejo general del Episcopado polaco. Pienso en temas que suscitan esperanza y también en los que producen preocupación. De modo parecido a la fiesta de la cosecha del trigo, damos gracias al Señor por la buena cosecha. Pero al mismo tiempo debemos pensar con inquietud en la carestía de provisiones que cada día se palpa y hace difícil la vida de las familias y de todos, especialmente de los trabajadores.

Los polacos están agradecidos a cuantos han acudido a ayudarnos, sobre todo del extranjero, el año pasado, año difícil como es sabido. Y a la vez esperan de quienes tienen el deber de servir al bien común de toda la sociedad desde el cargo que sea, que esta penuria cese y la vida social vuelva a la normalidad en este aspecto.

Deseo dedicar atención particular a las personas y grupos de la sociedad afectados de modo particular por esta penuria; me refiero a los enfermos, hospitales, ancianos y familias numerosas. Quiero hacer un llamamiento desde aquí, un llamamiento personal a todos los de mi patria, contando también con la ayuda individual, la ayuda de hombre a hombre; tengo en la mente sobre todo a los jóvenes que socorren a los necesitados, a los más necesitados.

También esto entra en el espíritu de solidaridad cristiana. Esta es la expresión de la verdad que desde los principios constituía el testimonio de los cristianos. Porque lo que más impresionaba del cristianismo a los paganos en el mundo antiguo, era precisamente la verdad expresada en estas palabras: "Mirad cómo se aman".

Hoy en Polonia no hay duda de que tenemos necesidad de justicia; pero hay igualmente necesidad de esta caridad cristiana que empuje a que unos sean ayuda de los otros en estas circunstancias difíciles. Y por esto, como he dicho, rezo con vosotros y con todos mis compatriotas ante el altar de la Señora de Jasna Góra en Czestochowa, en el día en que Ella celebra su fiesta, su día onomástico, por así decir.

Unido a los obispos allí presentes, bendigo de corazón a cuantos están aquí y en la patria.



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