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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 30 de septiembre de 1984

 

1. "Benedictus Dominus in Sanctis suis / et Sanctus in omnibus operibus suis".

En nuestro "Ángelus" dominical queremos adorar a Dios en las obras de su gracia. En las obras que Él realiza en los corazones humanos. En las obras que ha realizado en nuestros hermanos elevados hoy a la gloria de los altares mediante la beatificación.

Los Beatos Federico Albert y Clemente Marchisio son sacerdotes del Piamonte; el Beato Isidoro de Loor fue un religioso pasionista, nacido en Bélgica, de familia flamenca; la Beata Rafaela Ybarra, española, fue la fundadora de las religiosas de los Ángeles Custodios.

Estos hermanos nuestros, cada uno a su manera, respondieron generosa y totalmente a la obra de Dios. Que cada uno de ellos tenga en la Iglesia la veneración que corresponde a los Beatos. Que sea adorado sobre todas las cosas Dios mismo, infinitamente santo y fuente de toda santidad.

2. El mes de octubre, que comienza mañana, está dedicado al Rosario.

Quiero recomendaros el rezo de esta plegaria, trayendo a vuestra memoria algunas palabras de mi venerado predecesor, el Papa Pablo VI, sobre el Rosario, en la Exhortación Apostólica Marialis cultus.

«Oración evangélica, centrada en el misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación profundamente cristológica. En efecto, su elemento más característico ―la repetición litánica del "Dios te salve, María"― se convierte también en alabanza constante a Cristo, término último de la anunciación del Ángel y del saludo de la madre del Bautista: "Bendito el fruto de tu vientre" (Lc 1, 42). Diremos más: la repetición del Avemaría constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús que toda Avemaría recuerda, es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen, nacido en una gruta de Belén; presentado por la Madre en el templo; joven lleno de celo por las cosas de su Padre; Redentor agonizante en el huerto; flagelado y coronado de espinas; cargado con la cruz y agonizante en el Calvario, resucitado de la muerte y ascendido a la gloria del Padre para derramar el don del Espíritu Santo» (Marialis cultus, 46).

Que el mes de octubre nos una a la Reina del Santo Rosario en esta bendita oración. Que "se difunda" en este mes el Rosario. María quiere pedir juntamente con nosotros la salvación para los hombres y para el mundo amenazado.


Después del Ángelus

Mi cordial saludo a todos los peregrinos de lengua española, especialmente a los miembros de la Misión Especial y a los numerosos fieles venidos de España para la beatificación de Sor Rafaela Ybarra de Vilallonga. Que atraídos por su ejemplo y con su ayuda sigamos más generosamente a Cristo con una vida auténticamente cristiana. Que la Virgen María, nuestra Madre, nos ayude en este camino.



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