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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 30 de diciembre de 1984
Fiesta de la Sagrada Familia

 

1. "El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo".

Esta concepción por obra del Espíritu Santo da comienzo a la vida humana del Verbo eterno. Es concebido en el seno de la Virgen Madre Él que es engendrado eternamente por el Padre como Hijo consustancial con Él.

La concepción por obra del Espíritu Santo es premisa para el nacimiento de Dios. En el tiempo establecido para ello, el Hijo de Dios, concebido en el seno de la Virgen, viene al mundo la noche de Belén y se revela como Hombre.

Con el nacimiento de Jesús de Nazaret alcanza fecunda plenitud, en medio de la humanidad, esta Familia maravillosa en la que el Hijo de Dios llegó a ser Hombre.

Antes de la concepción por obra del Espíritu Santo, María era ya esposa de José; y tras el nacimiento ―también éste por obra del Espíritu Santo―, el esposo de la Virgen pasa a ser ante los hombres "padre putativo" de Jesús. A él se concedió compartir la solicitud del mismo Padre eterno hacia su Hijo eterno, que nació en cuanto hombre la noche de Belén.

2. Hoy se dirige la Iglesia con veneración y amor particular a la Sagrada Familia de Nazaret. Al mismo tiempo se dirige a todas las familias humanas, a través de esta Familia única en la historia de la humanidad. Y ora por ellas.

Con las palabras del Apóstol, que se oyen en la liturgia de este domingo, les dice:

"La paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón" (Col 3, 15).

"La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza" (Col 3, 16).

Toda familia comienza con la alianza matrimonial del hombre y la mujer, y éstos llegan a ser padres colaborando con la potencia creadora de Dios.

En el misterio del nacimiento de Dios están llamados a mirar con los ojos de la fe su vocación, tanto humana como cristiana.

La salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia y se enraizó en la historia del hombre una vez por siempre.

La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Aquí se forma.

Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.

Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió.

 



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