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VISITA PASTORAL A LATINA

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 29 de septiembre de 1991

 

1. En este momento, nuestro pensamiento va, naturalmente, a la Madre de Dios, venerada e invocada con confianza por la gente de vuestra diócesis de Latina, Terracina, Sezze y Priverno.

Muchas parroquias la tienen como patrona, bajo diversas y significativas advocaciones, y las co-catedrales de Priverno y Sezze, al igual que la antigua iglesia de Cisterna, llevan el simple título de "Santa María".

Además ¿cómo no recordar los tres santuarios que ponen de relieve con su diferente colocación geográfica, la presencia de la Madre celestial que bendice a toda la comunidad diocesana?

Pienso en el santuario de la Virgen de la Delibera, en Terracina, construido en el siglo XV; en el de la Virgen del Socorro de Cori, que se remonta al siglo XVII; y en el templo de la Virgen de la Sorresca en Sabaudia, a orillas del lago de Paola, edificado en el siglo XII.

La Madre de Dios vela sobre vuestras casas y familias, sobre los campos y los talleres, sobre el Agro Pontino y sobre las colinas, sobre la costa y el interior de esta región laboriosa y acogedora.

Esta devoción mariana, transmitida de generación en generación, ha dado vida y consistencia a tradiciones religiosas arraigadas, que aún perduran en muchas familias y comunidades parroquiales.

2. Este amor confiado a la Reina del cielo ha encontrado, en los últimos años, un nuevo impulso. En efecto, partiendo del reciente Año mariano, ha madurado en vosotros el propósito de construir un nuevo santuario dedicado a María, Madre de la Iglesia en la ciudad de Latina. El 8 de marzo de 1988 yo mismo tuve la alegría de bendecir la estatua de la Virgen, que reproduce, con gran fidelidad, los rasgos de la Mater Ecclesiae, el mosaico que se encuentra en la plaza de San Pedro, en una de las paredes del palacio apostólico.

Esa estatua ha recorrido ya, en devota peregrinación, toda la diócesis, con abundantes frutos espirituales.

Queridos hermanos y hermanas os invito ahora a invocar con confianza, mediante la plegaria del Angelus, a la Madre del Señor, para que vuestra comunidad diocesana, conservando con esmero los valores cristianos que permitieron a santa María Goretti testimoniar con el martirio su amor a Cristo, continúe creciendo en la fidelidad auténtica al Evangelio.



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