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JUAN PABLO II

REGINA COELI

Policlínico Gemelli
Domingo 1 de mayo de 1994

 

1. Hoy debería encontrarme en Sicilia y, más concretamente, en Siracusa para la dedicación del santuario de la Virgen de las Lágrimas; y, en cambio, me hallo una vez más en este otro santuario, que es el hospital, donde se derraman todos los días lágrimas de dolor y esperanza. Me dirijo de modo muy especial a vosotros, amados fieles de las Iglesias de Catania y Siracusa, y a vuestros amadísimos obispos y sacerdotes. Mi tristeza mayor consiste en haber tenido que renunciar al encuentro tan deseado con vosotros. Pero los planes de la divina Providencia son realmente misteriosos. Me encuentro cerca de vosotros con la oración y con la ofrenda de mi sufrimiento.

2. Ofrezco esta prueba también la Asamblea especial para África del Sínodo de los obispos, que está resultando un magnífico don de Dios para la Iglesia y para la humanidad en vísperas del año dos mil.

Hoy, día primero de mayo, de manera especial tengo presente en mi oración al mundo del trabajo. Recuerdo al Señor sobre todo a los que trabajan en condiciones difíciles y a los que están en el paro, especialmente si son jóvenes o responsables de una familia. Espero que pronto se supere esta difícil coyuntura económica, en la que parecen vislumbrarse signos de solución.

Mi pensamiento va, en particular, a las familias, que son las que más sufren a causa de las dificultades económicas originadas por la falta de trabajo. Quiera Dios que en este Año de la familia todos se comprometan sinceramente al servicio de esta célula fundamental de la sociedad.

3. Por último quisiera dar las gracias a los que durante estos días me han recordado y me han acompañado con el apoyo de su oración. A todos los encomiendo a la protección de María santísima, ahora que comienza el mes dedicado a ella.



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