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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo 15 de junio de 1997

 

1. El martes pasado regresé de un viaje apostólico que me permitió visitar nuevamente Polonia, mi patria. En la audiencia general del miércoles próximo comentaré esa visita pastoral. Hoy, en esta cita dominical, en la que nos reunimos para la plegaria mariana, siento el deseo y el íntimo deber de elevar al Señor una ferviente acción de gracias por este nuevo don de su bondad. Y mi pensamiento va naturalmente a las diversas etapas de esa peregrinación, en la que percibí a cada paso la constante presencia de María, venerada como Madre de la Iglesia y Reina de Polonia. Me refiero sobre todo a Czestochowa y a Zakopane.

2. Para mí fue una gran emoción volver como peregrino a los pies de la Virgen de Jasna Góra. A ella confié el camino de la Iglesia hacia la puerta santa del jubileo del año 2000, y sobre todo hacia los horizontes que se abren a su misión en el tercer milenio. A ella encomendé la nación polaca y todas las naciones de Europa, llamadas a construir su integración sobre sólidas bases espirituales, culturales y éticas, precisamente a partir de las raíces cristianas comunes, de las que son brillante ejemplo la figura y la obra de san Adalberto, al que hemos recordado en el milenario de su martirio. A María encomendé el compromiso de los cristianos para progresar hacia la unidad plena, según la voluntad de Cristo y las exigencias de la nueva evangelización; y también le pedí la reconciliación y la paz para todos los pueblos.

En Zakopane dediqué un santuario a su Corazón Inmaculado, como recuerdo de aquel 13 de mayo de 1981, día muy significativo para mi vida. La gente de Zakopane, con su fe sencilla y sólida, puso gran empeño para erigir, con grandes sacrificios, ese santuario, y merecía la alegría de ese hermosísimo encuentro con el Obispo de Roma, que antes fue su obispo durante muchos años.

3. En el pueblo de Dios, María santísima es la primera custodia del recuerdo de Cristo y de la esperanza que él nos ofrece. Dirigirme como peregrino a los manantiales de la devoción mariana en mi país, especialmente a Jasna Góra, significó volver a las raíces y recibir de ellas nueva fuerza para responder plenamente a la voluntad del Señor en nuestro camino hacia el tercer milenio.

Y quisiera concluir, recordando las palabras con que me dirigí a la Virgen en el santuario de Jasna Góra:

«Oh Virgen, Madre de Dios, ayúdanos a entrar en el tercer milenio del cristianismo por la puerta santa de la fe, la esperanza y la caridad».

4. La violencia no cesa de infligir a algunos pueblos de África grandes sufrimientos. Pienso, particularmente, en las poblaciones de Sierra Leona, sobre las que se ciernen tantos peligros. Espero que los intentos de mediación internacional que se están llevando a cabo contribuyan a que se vuelva al orden constitucional y a la normalidad.

La misma solidaridad expreso a los habitantes de Brazaville, en el Congo, que desde hace varios días sufren a causa de una cruenta guerra civil. Juntamente con los obispos congoleños, repito con fuerza que sólo el amor y el respeto a las personas y a la ley pueden asegurar un futuro de concordia nacional y de prosperidad para todos.

A María, Reina de la paz, encomendamos todos los pueblos de África, mientras imploramos del Señor el descanso eterno para las víctimas de tantos conflictos, el consuelo para las familias que sufren y la sabiduría para los dirigentes políticos.

5. Hoy, nuestros hermanos ortodoxos celebran Pentecostés. Unámonos a ellos para suplicar juntos al Espíritu Santo que derrame sus dones sobre todos los cristianos. Esos dones son el manantial profundo de nuestra unidad. El Espíritu Santo nos guía hacia la unidad plena. A nosotros corresponde el deber de escuchar sus mociones e inspiraciones, de acuerdo con la apremiante exhortación del autor del Apocalipsis: «El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 2, 7).

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Después del Ángelus

Saludo ahora cordialmente al numeroso grupo de la tercera edad procedente de Navarra, al frente del cual está el presidente del Gobierno de aquella región.



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