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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 27 de julio de 1997

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. En estos días se celebra en Asís el Congreso mundial de los guías católicos. Ese significativo encuentro me brinda la grata oportunidad de enviar mi cordial saludo a todos los que se hallan reunidos en la ciudad de san Francisco y santa Clara, y a los jóvenes de todo el mundo, anticipando en cierto modo la alegría de encontrarme con ellos durante el mes de agosto, con ocasión de la próxima Jornada mundial de la juventud.

En particular, deseo saludar en este momento, en su lengua, a los jóvenes de Francia que están en conexión con nosotros a través de la radio y la televisión, para animarlos en el compromiso de prepararse espiritualmente para esa importante cita mundial.

2. Queridos jóvenes de Francia, os saludo cordialmente. Estoy seguro de que la Jornada mundial de la juventud será para cada uno de vosotros un tiempo fuerte de oración, de comunión fraterna, y una auténtica experiencia de Iglesia.

Vosotros tenéis mucho que decir a la Iglesia; tenéis también muchas preguntas que plantearle. La Iglesia os quiere escuchar. Quiere hacer que descubráis a Aquel que es el camino, la verdad y la vida. Desea ayudaros a realizar vuestras expectativas y vuestras aspiraciones, a superar las dificultades que se os puedan presentar, para que desarrolléis los talentos que hay en vosotros y para que vuestra vida sea hermosa. Preguntando a Cristo: «Maestro, ¿dónde vives?», podréis, con la Iglesia, descubrirlo a él, el Señor que da sentido a la existencia y que viene a hacer una alianza con vosotros. No tengáis miedo de dejaros guiar al encuentro de Jesús, que quiere vuestra felicidad.

Viviendo en la Iglesia, descubriréis que no estáis solos en el camino, que todos juntos vivimos del amor de Cristo y que somos solidarios. Durante los diferentes encuentros en las diócesis de Francia que os acogerán y, cuando estemos todos juntos en París, Cristo estará presente en medio de nosotros y nos acompañará; Jesús nos ha dicho: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20).

3. Asimismo, estas jornadas de comunión os brindarán la ocasión de encontraros con jóvenes de otros países y de otros continentes. Os invito a acogeros fraternalmente los unos a los otros, mostrando así al mundo la riqueza de los valores humanos y espirituales de los que sois portadores. Invitando a los adultos a que os acompañen en el camino, les pediréis que os transmitan el Evangelio y que sean para vosotros testigos del Señor. Saludo a todos los católicos de Francia y agradezco a las comunidades cristianas que acojan a los jóvenes durante el mes de agosto.

María, que siguió con afecto materno el crecimiento humano de su Hijo Jesús, vele por las expectativas y los compromisos de los jóvenes de nuestro tiempo, para que con sus ideales y su entusiasmo den su indispensable contribución a la construcción de la civilización del amor.



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