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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 10 de mayo de 1989

 

1. Madagascar, La Reunión, Zambia, Malawi: cuatro etapas de ministerio papal en el transcurso de la peregrinación al santuario del Pueblo de Dios. Este santuario está en todas partes, se encuentra en diversos lugares de globo terrestre, abraza todos los pueblos y naciones de la universal ecumene (οικονμένη). En efecto, todos tienen su inicio en el misterio divino de la creación. Todos han sido redimidos por Cristo, Hijo de Dios, a precio de la cruz y de la resurrección. Y a todos fue enviado el Espíritu Paráclito, para que "las grandes obras de Dios" (Magnalia Dei) sean participadas al hombre: a las personas y a las comunidades, a los pueblos y a las naciones.

2. El "itinerarium" del reciente viaje pastoral ha coincidido en el tiempo con el período pascual, con el día de la Ascensión del Señor y con el inicio de esa primera novena del Cenáculo en que la Iglesia, los Apóstoles junto con la Madre de Dios, se preparaba a la venida del Espíritu Santo.

Expreso un cordial agradecimiento a mis hermanos en el Episcopado por su invitación. Doy también las gracias a los Jefes de los Estados tanto por las invitaciones que me han dirigido como por todas las manifestaciones de hospitalidad que me han dispensado. Dirijo también este agradecimiento a todas las instancias civiles y eclesiásticas que, en el período de preparación de la visita y durante su transcurso, han trabajado por la organización del conjunto. Que Dios premie a todos y a cada uno: tanto en Madagascar como en La Reunión y luego en Zambia y en Malawi. Renuevo el auspicio de la bendición de Dios sobre todos los pueblos y naciones visitadas.

3. El momento histórico que vive cada una de esas naciones es importante. La isla de La Reunión continúa siendo una parte de "ultramar" de la República Francesa. Madagascar, Zambia, y Malawi han conseguido ―gracias al proceso de "descolonización"― la independencia política. Cada uno de estos países ofrece su soberanía resolviendo los problemas de naturaleza social, cultural y económica, ligados a ella, y superando también diversas dificultades (Sollicitudo rei socialis).

La Iglesia, por su parte, trata de colaborar el eficazmente en este importante proceso inspirándose en los principios del Evangelio, expresados de manera particular en la enseñanza del Concilio Vaticano II y también en el Magisterio ordinario del Episcopado unido al Sucesor de Pedro.

El ministerio papal, en el transcurso de la visita, se ha puesto en estrecha relación con la realización de estas tareas respecto a cada uno de los pueblos y naciones.

4. Tal realización va unida al mismo tiempo con la autorrealización de la Iglesia como ha expresado el Concilio en el conjunto de su magisterio. La Iglesia "es por su naturaleza misionera" y realiza dicha tarea mediante la evangelización. Los países recientemente visitados se encuentran todavía en la fase de la llamada primera evangelización. Son países de misión en los que continúa y permanece el trabajo misionero de la Iglesia. Los comienzos de esta primera evangelización se remontan, a veces, a siglos pasados (por ejemplo en Madagascar), pero su realización más consistente se ha tenido sobre todo en el curso de este siglo.

Al mismo tiempo, los últimos decenios (paralelamente al proceso de "descolonización") han traído un importante cambio. La misión de la Iglesia ha sido asumida en buena parte por los Pastores locales. Esto se ve particularmente entre los obispos (los obispos misioneros ya son una minoría). Lo mismo se advierte también, en cierta medida, por lo que respecta a los presbíteros y, quizás más todavía, a las familias religiosas, especialmente femeninas. Es necesario dar gracias a Dios por el crecimiento de las vocaciones indígenas. Es necesario, al mismo tiempo, reconocer que todavía son necesarios los misioneros. En muchos lugares la mies está madura para la siega, pero faltan los segadores. Por tanto siempre es actual la ardiente oración al Señor de la mies para que "mande obreros a su mies" (Mt 9, 38).

5. Este paso significativo de la primera evangelización a la actual Iglesia "indígena" se ha expresado en todos los encuentros de grupos: con los sacerdotes diocesanos o religiosos, con los representantes del apostolado de los laicos, con los ,jóvenes, con los enfermos, etc.

Es menester añadir que en todas partes ha habido también encuentros ecuménicos unidos con la oración por la unión de los cristianos. En el gran campo misionero la oración de Cristo: "Padre... que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17, 21), asume una particular actualidad.

Entre todas las asambleas del Pueblo de Dios la más importante ha sido siempre el Sacrificio Eucarístico, celebrado en la riqueza de la liturgia renovada, con la introducción de las diversas lenguas locales y también de espléndidos cantos acompañados de movimientos con los que se expresaba la intensa participación en la celebración y la voluntad de vivir el misterio eucarístico. Las santas Misas en Madagascar (Diego Suárez, Antsiranana, Antananarivo, Tananarive, Fianarantsoa), en la isla de La Reunión (San Denis), en Zambia (Kitwe y Lusaka), en Malawi (Blantyre y Lilongwe) permanecerán como "piedras angulares" de esta peregrinación en la que se expresa la Iglesia en sus conquistas y en sus aspiraciones, una Iglesia que confiesa con sentido de humildad los propios pecados y faltas y al mismo tiempo no cesa de mirar con esperanza al futuro marcado por el misterio pascual de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte.

6. A lo largo del transcurso de la reciente visita se han llevado a cabo dos beatificaciones que parecen expresar, de modo particular, la verdad sobre la Iglesia "in statu missionis": la de la Beata Victoria Rasoamanarivo (1848-1894) en Madagascar y la del Beato Juan Bernardo Rousseau, hermano Scubilion de la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en la isla de La Reunión (1797-1867).

En el hermano Scubilion se expresa un heroico esfuerzo misionero (principalmente en lo que se refiere a los métodos de enseñanza y de educación), que ha contribuido notablemente a la inserción del Evangelio en una sociedad multiforme por origen y nacionalidad, y sobre todo a la superación de la oprobiosa tradición de la esclavitud.

Victoria Rasoamanarivo en Madagascar dio testimonio, dentro de la sociedad indígena, de la vitalidad del Evangelio, haciéndola propia en el período de la persecución. Esta primera Beata entre los malgaches se ha convertido en una verdadera "Madre de los creyentes" en la gran Isla. Era una persona laica que vivió un "difícil" matrimonio con un hombre que llegó a la fe en Cristo sólo al final de su vida. En ella se manifiesta lo que pertenece al auténtico apostolado de los laicos. Se puede decir que la beatificación llevada a cabo en Madagascar hace visible todo lo que, sobre el tema de los laicos, contiene el magisterio de la Christifideles laici, y de la Mulieris dignitatem.

7. "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra" (Hch 1, 8).

En este período pascual, en el que resuenan estas palabras de Cristo de modo particular en la liturgia, es necesario dar gracias al Buen Pastor por el hecho de que el compromiso misionero de la Iglesia permanece y se desarrolla entre las sociedades del continente negro y juntamente en las islas del Océano Indico.

¡Dios sea alabado en la Santísima Trinidad!


Saludos

Amadísimos hermanos y hermanas:

Mi saludo cordial se dirige ahora a todas las personas, familias y grupos procedentes de los diversos países de América Latina y de España aquí presentes.

En particular, saludo a los miembros del Movimiento de Schoensttat del Ecuador, y del movimiento “Getsemaní” de Toledo (España).

A todos los peregrinos y visitantes de lengua española imparto con afecto la bendición apostólica.



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