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CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL CARDENAL THIMOTHY MANNING
ENVIADO EXTRAORDINARIO A LAS CEREMONIAS DEL III CENTENARIO DEL MARTIRIO
DE SAN OLIVERIO PLUNKETT,
ARZOBISPO DE ARMAGH Y PRIMADO DE TODA IRLANDA

 

A nuestro venerable hermano Timothy Manning,
cardenal de la Santa Iglesia Romana,
arzobispo de Los Ángeles, en California (Estados Unidos).

Conservo muy vivo el gratísimo recuerdo de aquel día, cuando, hace casi dos años, al viajar en avión a la tierra de Irlanda, honrada por la fama de santos, fui enseguida a la ciudad de "Drogheda", donde la venerable iglesia de San Pedro, guarda tesoros tan importantes como las reliquias, más aún, la cabeza misma de Oliverio Plunkett; y allí, además, en mi homilía —después de haber rendido justo homenaje a San Patricio, patrono de la nación— ensalcé con fervientes palabras a quien, en otro tiempo, fue simultáneamente arzobispo de Armagh y primado de toda Irlanda, y al cual, cuatro años antes, mi predecesor Pablo VI, de feliz memoria, con tanto interés había procurado agregar con el rito de la canonización al número de los santos de la Iglesia católica.

Fácilmente se puede pensar con cuánto gozo fui informado una y otra vez de que en ese mismo lugar se iba a conmemorar pronto, es decir, en el próximo mes de julio, el 300 aniversario del martirio del Santo. Mucho hubiera deseado estar presente, con los mismos sentimientos de piedad y afecto fraternal y con mi exhortación, entre el número de los hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y fieles cristianos, que han de celebrar tan faustísima memoria.

Sin embargo, para esta misión de visitar nuevamente la comunidad de los católicos irlandeses, venerar otra vez las sagradas reliquias de San Oliverio Plunkett, y exhortar con paternal afecto a los fieles al cuidado y observancia de la fe transmitida, al amor a la Iglesia Madre y a la fidelidad hacia la Sede de Pedro, me parece conveniente y creo muy oportuno nombrar un Enviado Extraordinario que nos represente y que lleve a cabo cuanto yo diría y haría sí hubiera ido personalmente.

Por lo tanto, venerable hermano mío, que te glorías de tener origen irlandés y a quien considero Pastor eximio de tu grey y fidelísimo servidor de la Sede Apostólica, quiero elegirte y nombrarte, con mi autoridad, Enviado Extraordinario, encomendándote al mismo tiempo que presidas en mi nombre estas solemnidades, el día 5 de julio, para celebrar el 300 aniversario del martirio de San Oliverio Plunkett. Y no dudo de que realizarás muy útil y saludablemente esta misión de Enviado Extraordinario, dada tu devoción hacia los Santos de Irlanda y tu gran celo pastoral.

Ciertamente deseo que el culto, con el que es venerado este Santo, adquiera un nuevo relieve, floreciendo de forma que, según la opinión y el deseo de él mismo, consiga realmente que todos los fieles irlandeses, conociendo mejor la belleza de la verdadera fe, imiten, cada uno a su modo, más ardientemente el ejemplo de San Oliverio, que afrontó impávido la muerte por Cristo, y que en su vida de obispo no se cansaba de trabajar, aun en medio de circunstancias adversas administrando los sacramentos, edificando templos y sanando las heridas de la división y la discordia.

Por lo tanto, ruego encarecidamente que el 300 aniversario de la muerte violenta que sufrió San Oliverio en "Tyrburn" constituya una nueva oportunidad para la renovación eclesial que sigue siendo de suma importancia en estos tiempos que realmente exigen a los ministros de la Iglesia y a todos los fieles firmeza de fe y constancia cotidiana en la piedad y en la oración.

Presente en espíritu, por medio de ti, venerado hermano mío. Enviado Extraordinario, en esta celebración, pido a los santos irlandeses, especialmente a Oliverio Plunkett que, con su intercesión ante Dios, obtengan abundantemente toda clase de frutos espirituales para todo el pueblo cristiano de Irlanda.

Finalmente, deseo que esta carta sea para ti un signo de la caridad fraterna con que estamos unidos en el Señor; y este mismo afecto manifiesto también a todos los prelados, ante todo al arzobispo de Armagh, nuestro venerado hermano cardenal de la Santa Iglesia Romana Tomás O'Tiaich, a los sacerdotes, religiosos y a cada uno de los fieles cristianos que acudan al santuario de "Drogheda" en el día solemne establecido.

Signo de mi afecto y prenda de los bienes celestiales, sea para todos la bendición apostólica que a ti y a todos los antes mencionados, gustosamente imparto.

Vaticano, 20 de junio de 1981, III año de mi pontificado.

Por mandato especial del Santo Padre,

Cardenal Agostino CASAROLI
Secretario de Estado

 



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