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CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II,
FIRMADA POR EL CARDENAL ANGELO SODANO,
CON OCASIÓN DE LA 53ª  SEMANA LITÚRGICA ITALIANA

 

Excelencia reverendísima: 

La Semana litúrgica nacional, que este año tendrá lugar en Asís, del 26 al 30 de agosto, y estará dedicada al sugerente tema:  Liturgia, epifanía del misterio, constituye ya una cita tradicional e importante para el camino de la Iglesia en Italia, puesto que convoca a los que se dedican a promover y animar la liturgia en las diferentes comunidades cristianas, reunidos para orar, reflexionar juntos y compartir su compromiso.

Por tanto, el Santo Padre quiere enviarle a usted, a los promotores y a los participantes en ese significativo encuentro su saludo y la expresión de su cordial aprecio por esa útil iniciativa, deseando que los trabajos de la asamblea den abundantes frutos, con vistas a una compresión cada vez más profunda de la liturgia, "fuente" inagotable y auténtica "cumbre" de la vida de la Iglesia (cf. Sacrosanctum Concilium, 10).

La Iglesia que está en Italia, enriquecida por la extraordinaria herencia del gran jubileo del año 2000 y estimulada por la carta apostólica Novo millennio ineunte, se ha situado justamente en la perspectiva de la misión, con la firme voluntad de "remar mar adentro", sin olvidar el manantial que alimenta el compromiso de los cristianos, es decir, la liturgia, epifanía del misterio de Cristo.

La 53ª Semana litúrgica nacional quiere actuar oportunamente dentro de las orientaciones pastorales del Episcopado italiano —Comunicar el Evangelio en un mundo que cambia—, y se propone aclarar ulteriormente que las celebraciones están llamadas a comunicar al Señor resucitado, dando a cada fiel un impulso apostólico para difundir en el mundo el mensaje salvífico del Evangelio.

Pero ¿qué rasgos hay que imprimir en nuestras liturgias para comunicar el Evangelio en un mundo que cambia? En la carta apostólica Novo millennio ineunte el Sumo Pontífice escribe:  "Por consiguiente, hace falta poner el máximo empeño en la liturgia, "la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza". En el siglo XX, especialmente a partir del Concilio, la comunidad cristiana ha ganado mucho en el modo de celebrar los sacramentos y sobre todo la Eucaristía. Es preciso insistir en esta dirección, dando un realce particular a la Eucaristía dominical y al domingo mismo, vivido como día especial de la fe, día del Señor resucitado y del don del Espíritu, verdadera Pascua de la semana" (n. 35).

Se siente, por tanto, una gran necesidad de escucha y de confrontación; de puntos de referencia teológicos que puedan orientar las opciones de pastoral litúrgica; de presbíteros, testigos del misterio, que se dejen guiar por el Espíritu y tengan la competencia necesaria para seguir bien las normas litúrgicas y aplicarlas en las situaciones pastorales concretas; de asambleas cristianas que vivan realmente el sentido de la participación, atentas a la animación y preparadas para prestar un servicio litúrgico cada vez más adecuado y consciente; y de celebraciones capaces de superar los obstáculos de la dispersión, de la fragmentación de la comunidad, de la pasividad y de la indiferencia.

Desde esta perspectiva, Su Santidad anima a su excelencia y a cuantos participan en la asamblea a interrogarse cuáles caminos hay que seguir para que la eucaristía dominical sea cada vez más viva y participada. Al respecto, Su Santidad exhorta:  "La participación en la Eucaristía ha de ser realmente para cada bautizado el centro del domingo:  un deber irrenunciable, que se ha de vivir no sólo para cumplir un precepto, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente" (ib., 36).

El texto de la carta apostólica Novo millennio ineunte, citado oportunamente por las Orientaciones de la Iglesia italiana en los números 47-49, manifiesta la centralidad de la Eucaristía, uniéndola a la vida de la parroquia:  en efecto, en torno a la Eucaristía del domingo, día del Señor, crece y madura la comunidad a la que se confía la tarea de comunicar el Evangelio.

Por eso, vuestra asamblea deberá constituir una llamada a volver a las raíces de la fe y de la misión de la Iglesia, mediante una participación cada vez más consciente en la santa misa. Se trata de sacar de la Eucaristía la fuerza para la renovación espiritual que ayude a las comunidades diocesanas y parroquiales a celebrar con alegría el Misterio, de modo que todo el pueblo de Dios se oriente cada vez más hacia un encuentro vivo y vivificante con Cristo.

El Santo Padre espera, por tanto, que los trabajos de la Semana valoricen lugares y espacios, tiempos y momentos del encuentro con el Señor, orientando la reflexión hacia una liturgia atenta a las expectativas de los fieles, pero también a las necesidades de los bautizados que no participan con regularidad en la vida litúrgico-sacramental.

Al mismo tiempo, el Sumo Pontífice asegura su particular recuerdo en la oración por el éxito de la Semana litúrgica. Con estos sentimientos y deseos, mientras invoca la protección celestial de la Virgen María, le imparte de corazón a usted, al excelentísimo obispo de Asís, a los demás obispos y sacerdotes presentes, a los relatores y a todos los participantes en el encuentro, una especial bendición apostólica.

Uniendo mi saludo personal y mi deseo de pleno éxito de esa importante cita eclesial, aprovecho la ocasión para confirmarme afectísimo en el Señor.

Card. Angelo SODANO
Secretario de Estado

 



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