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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LA OBRA DE LA REALEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


Viernes 23 de febrero de 1979

 

Queridos hermanos y hermanas:

Ante todo agradezco al señor cardenal Ferdinando Antonelli las apreciables palabras de respeto que me ha dirigido, también en vuestro nombre. Y os doy las gracias a todos por haber querido venir a visitarme en tan gran número, al finalizar el 21 Congreso nacional litúrgico-pastoral, promovido por la "Obra de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo".

Sé que estáis estudiando el tema tan actual "Liturgia y forma de piedad, para una renovación de la piedad popular". Espero que acertéis a situar en su justa luz, con sano equilibrio, la mutua relación existente entre ambos aspectos importantes de la vida religiosa cristiana, y espero igualmente que cada uno respete y favorezca las exigencias y la identidad del otro.

Pero quiero recordar también que este año se celebra el 50 aniversario de la fundación de la mencionada "Obra de la Realeza". Sé bien que el infatigable y benemérito padre franciscano Agostino Gemelli, quiso esta asociación y lo caracterizó con el fin de una doble promoción, litúrgica y ascética. Y es para mí un placer reconocer hoy cordialmente ante vosotros el gran bien que esta institución ha realizado en tantos años: ya con muchas publicaciones antiguas y recientes, ya con no pocas iniciativas de encuentros fecundos de estudio y oración.

Estoy contento, por lo tanto, de formular votos sinceros por el desarrollo ulterior de la "Obra", conforme al espíritu del fundador, en armonía con otros institutos similares y en colaboración fiel con los obispos: que ella pueda contribuir siempre a educar y vivificar cristianamente amplios sectores de la Santa Iglesia de Dios en Italia.

Con estos deseos y con afecto paterno os concedo a todos vosotros la particular bendición apostólica en prenda de las necesarias gracias celestiales.

 



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