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VIAJE A LA REPÚBLICA DOMINICANA,
MÉXICO Y BAHAMAS

ENCUENTRO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON LOS REPRESENTANTES DE LOS MEDIOS INFORMATIVOS

31 de enero de 1979

 

Queridos amigos del mundo de la información:

En muchas ocasiones, durante estas jornadas que el entusiasmo de los mexicanos ha hecho febriles y emocionadas, momentos llenos de belleza y significación religiosa transcurridos en lugares y ambientes inolvidables, he tenido la oportunidad de observaros mientras acudíais de un lugar a otro llenos de la determinación y empeño que distingue vuestra tarea informativa.

Me encuentro ahora a punto de regresar a Roma, después de haber asistido al inicio de este importante acontecimiento eclesial, maravilloso por su significado profundo de unidad y creatividad de futuro de la Iglesia, que es la Conferencia de Puebla, y haber peregrinado por las inolvidables tierras de la Virgen de Guadalupe. Y agradezco a la Providencia que en este momento me dé la esperada ocasión de encontrar a los profesionales de la información, que han querido acompañarme en este viaje.

Muchos continuaréis aquí, para seguir llevando a la opinión pública el acontecer de Puebla, otros me acompañarán en mi regreso, mientras otros se verán reclamados por otras misiones. En todo caso vale la pena arrancar unos minutos a nuestro apretado horario para poder estar juntos, reflexionar y charlar un poco, esta vez de persona a persona. Por una vez sin tener como intermediario ningún medio de transmisión o estar en función de hacer presentes espiritualmente auditorios lejanos. Disfrutemos sin más de la alegría de estar juntos.

Desde luego no se me olvida que detrás de las cámaras se encuentra una persona, que una persona es la que habla a través del micrófono, que es una persona la que perfila y corrige cada línea del artículo que publicará el periódico de mañana. Quisiera, en este breve encuentro, ofrecer a todos mi gratitud y respeto, y dirigirme a cada uno con su nombre. Siento el deseo y la necesidad de agradecer a cada cual el trabajo de estos días y el que se va a continuar en Puebla, que reflejará una Iglesia que acoge todas las culturas, talantes e iniciativas, con tal que vayan dirigidas a la construcción del Reino de Dios.

Comprendo las tensiones y dificultades en las que se desarrolla vuestro trabajo. Sé bien el esfuerzo que requiere la comunicación de la noticia. Imagino la fatiga que supone trasladar, montar y desmontar, de una parte a otra, todo este complicado utillaje vuestro. Me doy cuenta también de que el vuestro es un trabajo que exige largos desplazamientos y os separa de la familia y amigos. No es una vida fácil, pero, en compensación, como toda actividad creativa, en especial la que significa un servicio a los demás, os ofrece un especial enriquecimiento. Seguro que todos tenéis experiencia de ello.

Recuerdo ahora una ocasión análoga, hace pocas semanas, en que tuve ocasión de charlar con los profesionales que acudieron a informar sobre mi elección e inauguración del pontificado. Hice referencia a esta profesión como una vocación. Uno de los documentos más importantes de la Iglesia, sobre las comunicaciones sociales, declara que “es necesario que el hombre de nuestro tiempo conozca las cosas plena y fielmente, adecuada y exactamente” (Communio et progessio, 34), y proclama que cuando una información así viene facilitada por los medios de comunicación social “todos los hombres se hacen partícipes... de los asuntos de toda la humanidad” (ib., 19).

Con vuestro talento y experiencia, vuestra competencia profesional, la necesaria inclinación y los medios que están a vuestra disposición, podéis facilitar este gran servicio a la humanidad. Y sobre todo, como lo mejor de vosotros mismos, queréis ser buscadores de la verdad, para ofrecerla a todo aquel que quiera oírla. Servid ante todo a la verdad, a lo que construye, a lo que mejora y dignifica al hombre.

En la medida en que persigáis este ideal, os aseguro que la Iglesia permanecerá a vuestro lado, porque éste es su ideal también. Ella ama la verdad y la libertad: libertad de conocer la verdad, de predicarla, de comunicarla a los demás.

Ha llegado el momento de saludarnos y de renovaros mi gratitud por el servicio prestado a la difusión de la verdad que se manifiesta en Cristo, y que se está expresando estos días en actos de la mayor importancia para la vida de la fe en estos países americanos, tan próximos a la Iglesia. Nos despedimos con respeto y amistad, dispuestos a ser consecuentes con nuestros mejores ideales. El Papa se complace en saludaros y bendeciros, recordando los medios que representáis: diarios, cadenas televisivas, emisoras radiofónicas, y también a vuestras familias. Por vosotros y por ellas ofrezco frecuentemente mi oración. Que el Señor os acompañe.



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