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VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
EN LA PARROQUIA RURAL DE SAN PATRICIO


Des Moines, Iowa
Jueves 4 de octubre de 1979

 

Queridos hermanos y hermanas:

Es para mí motivo de gran alegría estar aquí hoy con vosotros en el centro de América, en la grandiosa iglesia de San Patricio, en esta comunidad irlandesa. Mi viaje pastoral por los Estados Unidos me hubiera parecido incompleto sin una visita, aunque breve, a una comunidad rural como ésta. Quisiera recordar con vosotros algunas reflexiones que esta comunidad particular despierta en la mente y que han sido sugeridas por el encuentro con las familias que constituyen esta parroquia rural.

Proclamar a Jesucristo y su Evangelio es la tarea fundamental que la Iglesia ha recibido de su Fundador y que Ella ha asumido desde el alba del primer Pentecostés. Los primeros cristianos fueron fieles `a la misión que el Señor Jesús les dio por medio cíe los Apóstoles: "Perseveraban en oír la enseñanza de los Apóstoles y en la unión, en la fracción del pan y en la oración" (Act 2, 42). Esto es lo que debe hacer hoy toda comunidad de creyentes: proclamar a Cristo y su Evangelio en comunión y en la fe apostólica, en la oración y en la celebración de la Eucaristía.

Cuántas parroquias católicas han empezado como la vuestra en los comienzos de las primeras comunidades de esta región: una pequeña iglesia, sin pretensiones, en el centro de un grupo de casas de colonos, lugar y símbolo de la oración y del encuentro, corazón de una auténtica comunidad cristiana, donde la gente se puede conocer, compartir los propios problemas y dar testimonio juntos del amor a Jesucristo.

En vuestras alquerías estáis cercanos a la naturaleza creada por Dios; en vuestro trabajo de la tierra seguís el ritmo de las estaciones y en vuestros corazones os sentís cercanos los unos a los otros como hijos de un Padre común y como hermanos y hermanas en Cristo. Qué privilegio poder, como vosotros en esta zona, adorar juntos a Dios, celebrar vuestra unidad espiritual y ayudaros recíprocamente a afrontar las dificultades de la vida. El Sínodo de los Obispos celebrado en Roma en 1974, y Pablo VI en su Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, han dedicado mucha atención a las pequeñas comunidades. donde es posible lograr una dimensión humana mayor que en una gran ciudad o en una metrópoli convulsa. Haced que vuestra pequeña comunidad sea un auténtico lugar de vida y de evangelización cristiana, sin aislaros de la diócesis o de la Iglesia universal, sabiendo que una comunidad con un rostro humano debe reflejar también el rostro de Cristo.

Estad agradecidos a Dios por las bendiciones que os concede, también por la bendición de pertenecer a esta comunidad parroquial rural. Que el Padre celeste os bendiga, que bendiga a cada uno de vosotros. La sencillez de vuestro estilo de vida y la concordia de vuestra comunidad sea terreno fértil para un compromiso creciente hacia Cristo. Hijo de Dios y Salvador del mundo.

Por mi parte, doy gracias al Señor por la oportunidad que me ha dado de venir a visitaros, y de representarlo en medio de vosotros como Vicario de Cristo. Gracias también a vosotros por la cordial bienvenida y por haberme ofrecido vuestra hospitalidad mientras me preparo para el encuentro con una gran muchedumbre de gente en el Living Farms.

Mi gratitud de modo particular al obispo de Des Moines por su amabilísima invitación. El ha subrayado muchas razones que hacen significativa la visita a Des Moines: ciudad que es uno de los mayores centros rurales de esta región; sede de la dinámica y benemérita "Conferencia católica para la vida rural", cuya historia está tan estrechamente vinculada al nombre de un Pastor y amigo de la gente rural, mons. Luigi Ligutti; región que se distingue por el compromiso comunitario y por la actividad con la familia; diócesis que participa, junto con todos los obispos de esta región, en un gran esfuerzo por la construcción de la comunidad.

Mi saludo y felicitación va también a todo el Estado del Iowa, a las autoridades civiles y a toda la población que me ha ofrecido generosamente una cordial acogida.

Dios os bendiga por medio de la intercesión de María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia.

 



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