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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL CONSEJO GENERAL DE UNITALSI


Domingo 24 de febrero de 1980

 

Queridísimos hermanos y hermana

Deseo expresaros mi alegría y mi satisfacción por este encuentro con vosotros, miembros del consejo general de UNITALSI, reunidos estos días en Roma para examinar juntos los varios problemas de carácter espiritual, formativo, organizativo de vuestra benemérita Obra, que ha celebrado, el año pasado, el 75 aniversario de su fundación.

1. Este coloquio, tan esperado y deseado por vosotros, me da la feliz ocasión de expresaros a vosotros y a toda la gran familia de vuestra institución —a los enfermos, médicos, responsables, damas, camilleros, al personal de asistencia y a cuantos prestan su colaboración preciosa— toda mi admiración por el bien que habéis hecho en estos años.

Arraigados en la caridad evangélica, que llega a descubrir en cada uno de los hermanos enfermos o necesitados la imagen de Cristo paciente, los miembros de UNITALSI, con creciente y ferviente dinamismo, han continuado dedicando los propios cuidados y atenciones para asistir espiritual y materialmente a los enfermos, dándoles la posibilidad de ir a los más célebres santuarios, lugares sagrados de la piedad cristiana, para recibir allí los sacramentos, ofrecer los propios sufrimientos a Dios para bien de la Iglesia y de la humanidad y formar como un inmenso coro de plegaria intensa, hecha más pura y meritoria en el crisol del dolor, unidos y solidarios con la pasión de Jesucristo.

Precisamente para que los hermanos enfermos puedan tener la experiencia consoladora de estos momentos de alegría interior, deseo que los miembros de UNITALSI sepan dar continuamente, con  generosidad y desinterés creciente, su tiempo, sus sacrificios, su paciencia, manifestando y buscando siempre la caridad (cf. 1 Cor 14, 1).

2. ¿Quién podría, en este momento valorar o expresar sólo en cifras cuanto ha hecho en estos 75 años vuestra institución? Estoy seguro de que el contacto con el dolor humano, contemplado en una perspectiva cristiana de la vida, ha enriquecido ciertamente a los miembros de vuestra organización, abriéndoles nuevos horizontes de espiritualidad y de solidaridad cristiana con todos los hijos de Dios.

Por esto deseo que en UNITALSI estén presentes y operantes, de manera constante y generosa, los jóvenes, capaces de grandes ideales, de gran entrega, de grandes sacrificios.

Que los años futuros sean todavía más fecundos de bienes, de iniciativas adecuadas y adaptadas a las cambiantes condiciones sociales y, especialmente, sean todavía más intensos en disponibilidad para responder generosamente a las palabras de Jesús: "estaba enfermo y me visitasteis" (cf. Mt 25, 36), esto es, me habéis dado vuestro tiempo, vuestra alegría, vuestra bondad, vuestra sonrisa, vuestra comprensión.

Sobre vosotros aquí presentes, sobre todos los miembros de UNITALSI y sus familiares invoco, por la materna intercesión de la Virgen Inmaculada, la efusión de los favores celestes e imparto de corazón mi bendición apostólica.

 



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