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VIAJE APOSTÓLICO A LA REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA

ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
EN LA IGLESIA DE LOS FRAILES MENORES CONVENTUALES
DE COLONIA


Sábado 15 de noviembre de 1980

 

Querida comunidad de Kolping:

La catedral donde acabo de estar posee dos torres poderosas, que se elevan hacia el cielo como testigos de la fe. La iglesia de los frailes menores, que es de la misma época, contiene dos torres espirituales de la fe: al eminente teólogo Duns Scoto y al gran pastor del pueblo Adolfo Kolping. Duns Scoto trató sobre el misterio de la Concepción Inmaculada de María y describió su posición en el plan divino de salvación. Este templo fue el primero que, al Norte de los Alpes, se consagró a la Inmaculada. En dicha iglesia descansa, junto al pensador, el pastor de almas, el escritor popular y el apóstol de la sociedad Adolfo Kolping.

Adolfo Kolping reclamó la nueva comprensión del valor interior del hombre, dado por Dios, en la familia, la profesión, la Iglesia, el Estado y la sociedad. Su programa reza así: El cristiano que vive cristianamente transforma el mundo. A Adolfo Kolping le tocó vivir en una época de profundo cambio político y social. El sabía bien que el individuo, dejado a sí mismo, puede contribuir bien poco a mejorar las cosas. Por ello organizó, con ánimo resuelto, las Asociaciones católicas de artesanos, que hoy constituyen la Obra internacional de Kolping. Con ello pretendía ofrecer seguridad y patria a los hombres que se encontraban en difícil situación social.

Cuando Adolfo Kolping fundó en Colonia sus primeras Asociaciones de artesanos, actuaba también en la ciudad Carlos Marx, quien exhortaba a la revolución y a la lucha de clases. Adolfo Kolping, en cambio, quería transformar la sociedad con la conducta cristiana de los hombres. Los fundamentos de su trabajo fueron el mensaje de Cristo y la doctrina social católica, que él difundió con su actividad literaria y a la que dio nuevo impulso. Me encuentro aquí para agradecer a Adolfo Kolping y a la Obra internacional de Kolping, que realiza su programa de manera actualizada, el contributo prestado a la solución de las cuestiones sociales. He oído, con gran alegría, que la Obra de Kolping se encuentra hoy difundida por veinte países y que se extiende también muy benéficamente por el Tercer Mundo. Me alegro especialmente de que por todas parles- muchos jóvenes se unan a vuestra Obra y en ella se formen para una conducta que los convierta en testimonios del mensaje de la Buena Nueva.

Conozco vuestro gran deseo de que el padre Kolping sea beatificado. A ello quiero alentaros y bendecir vuestros esfuerzos. Repito lo que aquí dije en 1978: "Necesitamos modelos como Adolfo Kolping para la Iglesia actual".

 



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