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PALABRAS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL CLERO DE LA DIÓCESIS DE ALBANO
DESPUÉS DE CONCELEBRAR LA EUCARISTÍA


Sala de los Suizos, Castelgandolfo
Sábado 13 de septiembre

 

Os agradezco esta visita. El plan era reunimos en vuestra catedral o en vuestro seminario; pero por motivos de organización se decidió que vinierais a Castelgandolfo. Espero tener ocasión de ir en otro momento a vuestra catedral, al igual que fui a visitar las catedrales de Velletri y Frascati para encontrarme con la Iglesia tusculana. Nuestro amadísimo obispo mons. Gaetano Bonicelli ha aludido a la roca de que nos habla Jesús; estas palabras nos hacen pensar en la roca que es la Iglesia en su realidad particular; una roca que significa participación en la misión de Cristo, en su misión profética, sacerdotal y real. A partir de ella crece la Iglesia, crece el Pueblo de Dios, crece el Reino de Dios; de esta roca invisible que es Cristo, porque El nos hace participar en su misión. Y la Iglesia de Albano con toda su realidad humana y cristiana y, sobre todo, con su clero, es una "participación" en la misión de Cristo. Los sacerdotes son siempre la expresión más madura de la misión de la Iglesia, del Espíritu que les empuja a entrar en esa misión. Y también los sacerdotes están vinculados a los Apóstoles y a sus sucesores para dar consistencia a esta misión, para darle unidad visible, unidad jerárquica y sobre todo unidad apostólica; una unidad "viva y vivificante". Quiero auguraros que seáis así; es un augurio que dirijo al presbiterio de la diócesis de Albano y a su seminario, es decir, al futuro presbiterio de esta diócesis.

 



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