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VIAJE APOSTÓLICO A EXTREMO ORIENTE

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO
AL PRESIDENTE DE PAKISTÁN


Lunes 16 de febrero de 1981

 

Señor Presidente:

1. Al llegar a Pakistán le saludo con sentimientos de amistad, y a través de usted extiendo mis saludos a todos los habitantes de su país: a los miembros de la Iglesia católica y de las demás Iglesias cristianas, a los musulmanes a quienes nosotros, discípulos de Jesucristo, tenemos en alta consideración, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad y de cualquier credo.

Mi visita a su país y todo el viaje que hoy comienzo es, ante todo, de carácter religioso. Vengo como el Pastor universal de la Iglesia católica, y deseo confirmar en la fe a todos mis hermanos y hermanas de la religión católica. Por ello será para mí motivo de especial alegría el unirme al cardenal Cordeiro y a mis hermanos obispos en Pakistán, y a los sacerdotes, religiosos y laicos en nuestro más sagrado acto de culto, la celebración de la Sagrada Eucaristía.

2. La Iglesia, sin olvidar que su misión primordial es de carácter espiritual, trata siempre de colaborar con las distintas naciones y con los hombres de buena voluntad en la promoción de la dignidad y el progreso de la persona humana. Ella lleva a cabo este proyecto de diversos modos, tales como escuelas y programas educativos, así como a través de instituciones caritativas y sociales. A este respecto es grato ver cómo la Iglesia católica y el Gobierno de Pakistán han colaborado aquí en armonía para beneficio de tantas personas. Hago votos por el continuo éxito de estas iniciativas.

Una especial preocupación de la Iglesia en el presente es el sufrimiento de los refugiados, un problema al que se enfrenta su nación y también otras muchas naciones. Quiero aprovechar esta ocasión para expresar mi admiración por los esfuerzos que Pakistán ha hecho, y sigue haciendo, en favor de estas personas desplazadas. Y quiero asegurarle que, al igual que la Iglesia ha tomado ya parte en estos esfuerzos, así quiere continuar haciéndolo, dentro de los escasos medios que están a su alcance.

3. Una de las características más notables de Abraham —a cuya fe ligan la suya tanto cristianos como musulmanes y judíos— fue su gran espíritu de hospitalidad, tal como lo mostró de un modo particular al recibir a los tres huéspedes en el encinar de Mambré (cf. Gén 18, 1 ss.) El caluroso recibimiento que usted y el querido pueblo de Pakistán me han brindado en esta feliz ocasión es expresión de este mismo espíritu de hospitalidad. Por ello estoy profundamente agradecido y quisiera corresponder a vuestra amabilidad asegurándoos mis plegarias.

 



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