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VISITA AL PONTIFICIO SEMINARIO ROMANO

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Festividad de la Anunciación
Miércoles 25 de marzo de 1981

 

Nos encontramos en el día solemne de la Anunciación. Anunciación quiere decir vocación; en efecto, es éste el día en que se reveló a la Virgen de Nazaret su vocación única, el día en que la Virgen dio una respuesta escueta después de conocer su vocación: He aquí la esclava del Señor. El misterio de la Anunciación tiene continuidad propia; aun siendo único, siempre tiene analogías en la vida de la Iglesia, porque la vida de la Iglesia se realiza a través de las vocaciones, de diferentes vocaciones. La vida cristiana es una vocación, y en la vida cristiana hay distintas vocaciones; hay también una vocación sacerdotal que puede parangonarse especialmente con la vocación de la Virgen de Nazaret. Existe también la vocación religiosa con la que se puede hacer el mismo parangón. Así podemos decir que el seminario es un ambiente donde el misterio de la Anunciación se va repitiendo en la vida de la Iglesia con intensidad especial: es la casa de la Anunciación. Aquí vienen los que ya han recibido su anunciación, los que ya han conocido la voluntad de Dios y han dado la primera respuesta: Heme aquí, soy el siervo del Señor. Y vienen aquí porque en el seminario debe madurar su respuesta, aquí debe arraigarse más, aquí deben identificarse más con ella; quien ha recibido la vocación, debe identificarse cada vez más con esta vocación. Es ésta la finalidad fundamental del seminario.

Por ello debe celebrarse el día de la Anunciación en los seminarios, en el Seminario Romano de modo especial. Yo personalmente estoy agradecido de haber podido tomar parte en esta conmemoración de la solemnidad de la Anunciación en nuestro Seminario Romano. Estoy agradecido a la Providencia, a la Virgen y también a vosotros que me habéis invitado a esta celebración de una solemnidad mariana tan cercana al seminario, a su naturaleza misma, a su honda finalidad. Os deseo, queridísimos, que vuestra ruta, vuestro camino vocacional sea siempre semejante a este breve camino de la Anunciación. Os deseo que la Virgen os ayude a imitar su sensibilidad interior a la Palabra de Dios y su respuesta única, sencilla y decisiva: He aquí la esclava del Señor.

 



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