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VISITA PASTORAL A COLLEVALENZA Y TODI

SALUDO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A SU LLEGADA A COLLEVALENZA

Santuario del Amor Misericordioso
Domingo 22 de noviembre de 1981

 

Señor Ministro
y amados ciudadanos de Collevalenza, Todi y la región entera:

1. Debo deciros un gracias sincero por la cordial acogida que me habéis brindado, acudiendo tantos y con tanta devoción a este lugar, a presentarme vuestro saludo por mi retorno a la acogedora tierra de Umbría. Digo retorno, porque desde el principio de mi servicio pontificio es ya la cuarta vez que se me concede venir a esta región histórica situada como en el centro de Italia, que parece expresar y resumir las características de la población entera de la península: equilibrio, laboriosidad, adhesión a los valores morales, auténtico espíritu religioso. A todos los pueblos de Umbría, el testimonio de mi afecto y aprecio.

2. Hoy me hallo entre vosotros como peregrino, a un año de distancia de la publicación de la Encíclica Dives in misericordia, en la que integrando cuanto había escrito en la Redemptor hominis, invité a dirigir la mirada a Dios Padre nuestro, del que toma nombre toda paternidad en los cielos y en la tierra (cf. Ef 3, 15), al igual que cobra consistencia la dignidad real del hombre-hijo. En aquel documento yo afirmaba que de la verdad sobre el hombre hay que remontarse en Cristo a la verdad del misterio del Padre y de su amor (L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 7 de diciembre de 1980, pág. 1).

Ahora quisiera decir que este itinerario espiritual del hombre a Dios, basado en la mediación de Cristo revelador, me ha sugerido el itinerario presente que es precisamente una peregrinación al santuario del Amor Misericordioso. Afortunada es Umbría, afortunada en particular vuestra antigua e ilustre ciudad, queridos habitantes de Todi, porque además de numerosas tradiciones religiosas bien conocidas, junio con tantos artísticos templos y , monumentos cristianos, posee esto santuario que es centro escogido de espiritualidad y piedad. Con su mismo nombre y su magnitud, y la actividad espiritual, pastoral y formadora que aquí se desenvuelve, recuerda a todos y proclama la grande y consoladora verdad de la misericordia paterna del Señor. ¿Qué sería el hombre si no tuviera su fundamento supremo en Dios? ¿Qué sería de él si no tuviera arriba en el cielo un Padre que le sigue y le ama con la generosidad de su Providencia? ¿Qué sería de él, pecador, si no contase con la certeza de tener en este mismo Padre a alguien que siempre le comprende y le perdona con la generosidad de su misericordia?

Pues bien, hermanos y hermanas, a tales interrogantes en los que quise interesar con mi Encíclica a todos los hijos de la Iglesia para que dieran una respuesta convencida de fe, nos atrae este insigne santuario que ha surgido entre vosotros. tan oportunamente. Constituye un "signo" y, por tanto, una invitación a meditar y acoger el mensaje eterno de la salvación cristiana tal y como brota del designio misericordioso de Dios Padre."

3. Encontrándome en esta tierra en el año centenario del nacimiento de San Francisco, deseo dirigirle una palabra devota en el recuerdo de las enseñanzas sublimes que nos dejó precisamente sobre la misericordia divina. En su Cántico de las Criaturas dice, entre otras cosas: "Alabado sea mi Señor por aquellos que perdonan por tu amor y padecen enfermedades y tribulación... pues serán coronados por Ti, Altísimo". Francisco, maestro de amor y perdón, se confía a la misericordia generosa de Dios.

Tampoco puedo olvidar a vuestro conciudadano fray Jacopone de Todi, discípulo del Santo de Asís, que tradujo e interpretó con la originalidad de su arte la llama interior del amor de Dios, en respuesta personal al amor primero y preveniente de Dios a nosotros. En nombre de los Santos de Umbría y con el recuerdo de Jacopone y tantos otros hombres de Todi franciscana y cristiana, doy comienzo a la peregrinación de hoy y dirijo ya desde ahora a todos mi saludo cordial con la bendición apostólica.

 



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