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VIAJE APOSTÓLICO A AMÉRICA CENTRAL

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS UNIVERSITARIOS DE GUATEMALA


Lunes 7 de marzo de 1983

 

Ilustres señores,
queridos universitarios y universitarias,

Me alegro de tener este encuentro con vosotros, señores rectores, profesores y estudiantes universitarios de Guatemala. En mi saludo afectuoso y cordial a todos los aquí presentes, quiero abarcar también a cuantos comparten, en este país y en los vecinos que visito estos días, las tareas propias de la investigación, del pensamiento y de la formación de los jóvenes. Un sector importantísimo para el progreso humano, intelectual y moral dé las personas, de los grupos étnicos y de la entera sociedad.

Por eso os manifiesto mi profunda estima por vuestra labor, que he compartido durante algunos anos en mi vida de docencia universitaria. En ella he podido constatar la trascendencia de vuestra misión, que en el conjunto de estos pueblos está llamada a ejercitar un influjo decisivo, no sólo en el ámbito de las personas, sino de las naciones; pues es un hecho que la cultura configura las sociedades. Por eso mismo, cuando se quieren construir formas de convivencia más elevadas y justas, hay que prestar atención al mundo cultural, pues no se trata sólo de buscar nuevas distribuciones de la riqueza que sean más justas, sino mejor distribución de la cultura y del consiguiente influjo social.

Elemento imprescindible habrá de ser la referencia a los valores espirituales y morales del hombre, que en vuestro caso se han concretado en la visión cristiana que os anima y que ha sido una característica de los centros que aquí representáis. Será cometido vuestro mantener y corroborar esta fidelidad. Y acaricio la esperanza de que la Iglesia, Madre y Maestra de pueblos, siga siendo para vosotros y para vuestros compañeros lugar de encuentro, de referencia y de estímulo para vuestras mejores iniciativas al servicio del hombre integral.

Como mi breve permanencia aquí no me permite un encuentro más largo, os entrego un mensaje escrito, que quiere ser testimonio de mi estima y aprecio.

Pidiendo al Señor que ilumine vuestras personas y actividades, os imparto cordialmente mi bendición.

 



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