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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EMBAJADOR DE INDIA ANTE LA SANTA SEDE
*

Viernes 10 de enero de 1986

 

Señor Embajador:

1. Estoy muy complacido en daros la bienvenida al Vaticano y en aceptar vuestras Cartas Credenciales por las que sois designado como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República India ante la Santa Sede.

Esta ceremonia se lleva a cabo en circunstancias de especial significado. Con 1a ayuda de Dios, dentro de pocas semanas visitaré vuestro amado País. Garantizo al pueblo indio y a vuestra persona, que veo este futuro evento con verdadera expectativa y esperanza. Aprovecho esta ocasión para expresar mi gratitud a las autoridades civiles y eclesiásticas que han colaborado para hacer posible esta visita. De una forma especial os pido que llevéis mis sentimientos de aprecio y de consideración más sinceros a Su Excelencia el Presidente Giani Zail Singh, y al Primer Ministro, Señor Rajiv Gandhi.

Cuando mi predecesor el Papa Pablo VI llegó a India en 1964, expresó sus buenos deseos hacia el pueblo de India por medio de las siguientes palabras: «Finalmente podemos conocer esta tierra inmensa y populosa, y manifestar personalmente nuestra amistad y admiración al grande y noble pueblo de India, de tan inagotables esfuerzos por la paz mundial, tan industrioso en la búsqueda de la prosperidad en armonía y concordia con las otras naciones del mundo» (Alocución en Bombay, 2 de diciembre de 1964).

Con estos mismos sentimientos de amistad y respeto me preparo para hacer mi visita.

2. La segunda circunstancia que integra el contexto de este encuentro es la reciente celebración de la XIX Jornada mundial de la Paz que, este año, cae en el Año Internacional de la Paz proclamado por la Organización de las Naciones Unidas.

Ningún tema de vida internacional alcanza una importancia tan esencial en nuestros días como el de la paz y la necesidad urgente de superar las tensiones que la amenazan. «Es un valor que responde a las esperanzas y aspiraciones de todos los pueblos y de todas las naciones, de los jóvenes y de los ancianos, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad» (Mensaje para la Jornada mundial de la Paz, 1 de enero de 1986).

Para lograr establecer una paz justa y universal es necesario que las rivalidades y los conflictos entre los individuos y las naciones sean reemplazados por la confianza y nuevas relaciones de solidaridad, una solidaridad que abrace a toda la familia humana en su totalidad. Los lazos de fraternidad entre las gentes deberán fortalecerse y el diálogo deberá reemplazar la confrontación, en una búsqueda sincera del bien común para toda la Humanidad.

3. Señor Embajador: os habéis referido a los objetivos de la paz internacional, al desarme y al uso apropiado de los recursos mundiales de los que habla vuestra Nación en los foros internacionales. La Santa Sede asimismo espera que estos objetivos penetren cada vez de forma más plena en la conciencia de los pueblos y de sus líderes, para que de esta forma se haga un esfuerzo concertado para consolidar la justicia, la paz y la libertad en el mundo.

Estos temas universales y el trabajo paciente para promocionarlos en todas las esferas de la vida son de carácter central en vuestro papel como Representante de India ante la Santa Sede. Os deseo una plena satisfacción en el cumplimiento de vuestros deberes diplomáticos y os garantizo mi interés personal y la colaboración de los dicasterios de la Santa Sede.

Vuestra presencia es un recordatorio de los lazos especiales existentes entre la Santa Sede e India, donde, como habéis mencionado, el Cristianismo ha estado a gusto y bien desde los inicios de la era cristiana. Rezo para que mi próxima visita fortifique y estreche más estos lazos y ponga de manifiesto mi respeto de corazón por las tradiciones espirituales que tanto caracterizan la historia de vuestra misión.

Expreso mi viva esperanza y rezo para que la República India proceda siempre en paz y armonía hacia los nobles ideales enmarcados en su Constitución, para el bienestar espiritual y material de sus ciudadanos.

¡Que Dios Todopoderoso bendiga abundantemente al pueblo de India!


*L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, n. 5, p.7.



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