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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DE ALGUNAS
COMUNIDADES NEOCATECUMENALES

Sábado 5 de diciembre de 1987

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

Es para mí motivo de viva satisfacción recibir en esta mañana a las Comunidades Neocatecumenales de las parroquias madrileñas de San Roque, Santa Catalina Labouré, de Nuestra Señora de la Paloma, y al grupo de catequistas itinerantes.

A todos y a cada uno de vosotros quiero reservar un cordial saludo de bienvenida. Sé que habéis venido a Roma con el propósito principal de reiterar vuestra profesión de fe ante la tumba del Apóstol. El camino neocatecumenal os lleva a la meditación y vivencia profunda de las verdades del Credo como savia vivificante de vuestro ser cristiano y como exigencia de dar testimonio de las promesas bautismales.

El sentir y hacer vida las verdades de nuestra fe es elemento esencial para robustecer nuestra comunión en el seno de la Iglesia, nuestra Madre. Por ello, pido a Dios que vuestra peregrinación a Roma, centro de la catolicidad, os afiance en la universalidad de vuestro compromiso cristiano y os anime en vuestro caminar como itinerantes al servicio del Evangelio.

Al volver a vuestras comunidades en España y por el mundo, llevad a todos el saludo del Papa, que en todos piensa y por todos ora con gran afecto y viva esperanza.

Os encomiendo, en este Año Mariano, a la protección de la Santísima Virgen, modelo de santidad y dócil a la acción del Espíritu. Que ella os acompañe en vuestro camino. Con estos deseos y en prenda de la constante asistencia divina, os imparto en señal de benevolencia la Bendición Apostólica.



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