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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL PRESIDENTE Y MIEMBROS DE LA JUNTA DEL ORFEÓ CATALÀ


Lunes 16 de marzo de 1992

 

Me es grato saludar muy cordialmente al Presidente y miembros de la Junta del Orfeó Català, acompañados por el Señor Cardenal Narciso Jubany, Arzobispo Emérito de Barcelona, quienes, con ocasión del Centenario de esa gran institución barcelonesa y siguiendo la tradición cristiana de generaciones anteriores, habéis querido tener este encuentro con el Papa reiterando una vez más la particular cercanía a la Sede de Pedro.

Veo con complacencia que las actividades del Orfeó, desde su fundación, han significado una valiosa aportación a la difusión de la música, incluso más allá de Catalunya. Sus diversas intervenciones están enmarcadas en el ámbito de la formación musical y tienen también una dimensión artística, con una vasta proyección cultural y social. Su larga labor, desde el campo de la investigación musical y de las publicaciones especializadas, ha merecido diversos reconocimientos. Pero ha sido, sobre todo, el apoyo asiduo del noble pueblo catalán el soporte principal de su apreciada trayectoria profesional.

Toda actividad musical requiere entrega y empeño constante. Se trata de un esfuerzo gratificante que eleva el ánimo haciéndolo más sensible a los valores espirituales. La música es un lenguaje que favorece la comunión de los corazones. Por eso invito a los componentes del Orfeó a que con el canto y las diversas melodías, que tan bien representan los valores espirituales y la cultura catalana, superando todo tipo de fronteras, avancen por el mundo llevando a los demás un mensaje de paz y fraternidad.

Antes de concluir este encuentro, os ruego que llevéis el afectuoso saludo del Papa a cuantos forman parte y colaboran directamente en las actividades del Orfeó Català, así como a sus familias, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica.  



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