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VIAJE APOSTÓLICO A GUATEMALA,
NICARAGUA, EL SALVADOR Y VENEZUELA

CEREMONIA DE DESPEDIDA DE GUATEMALA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Aeropuerto internacional «La Aurora» de Ciudad de Guatemala
Viernes 9 de febrero de 2005

 

Señor Presidente,
queridos hermanos en el episcopado,
excelentísimas autoridades,
amadísimos hermanos y hermanas de Guatemala:

1. Después del profundo gozo espiritual que me ha proporcionado esta nueva visita pastoral a vuestro amado país, llega el momento de despedirme de vosotros para continuar mi viaje hacia donde otros hermanos me esperan.

En este momento vienen a mi recuerdo todas las personas a las que he podido encontrar en vuestras calles y plazas, y con las que he compartido intensas e inolvidables vivencias de fe aquí en Nueva Guatemala y en la solemne celebración de la Eucaristía junto al Santo Cristo de Esquipulas.

2. Como peregrino de paz he venido a postrarme a los pies del Cristo Negro y a implorarle la paz definitiva y duradera que brota del costado abierto del Redentor. Al dejaros mi mensaje, me dirijo a todos, pero muy especialmente a quienes ocupan puestos de mayor responsabilidad, exhortándoos a favorecer un clima de pacífica convivencia, solidaridad y justicia para todos los guatemaltecos. Que el recuerdo de los momentos vividos en la participación de una misma fe ayude a hacer germinar frutos de auténtica vida cristiana y de serio compromiso social. Me voy con la profunda esperanza de que así será.

3. En los diversos grupos que he encontrado estos días he podido constatar, una vez más, la riqueza multiétnica y plurilingüística que encierra Guatemala, lo cual la hace depositaria de una cultura variada y rica, que la Iglesia viene evangelizando desde hace casi cinco siglos. Se trata de un bien digno de ser preservado, trabajando con empeño para que cada uno vea respetados sus derechos fundamentales inalienables que todo hombre tiene por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.

A todos los hijos de este país, los que habitan en las ciudades y en las aldeas; a los indígenas, campesinos y ladinos; a los niños, jóvenes y ancianos, a todos os digo adiós, confiando en que continuaréis conservando y promoviendo los valores más genuinos del alma guatemalteca que, aun en medio de las dificultades, sabe mostrar su confianza en Dios y la voluntad de mantenerse fiel a la herencia de los mayores: a su fe cristiana y a la Iglesia, a la cultura y a las tradiciones patrias, a la vocación de justicia y de libertad.

A todos expreso mi más profundo agradecimiento por la acogida que me habéis dispensado, así como por la colaboración para que esta visita fuera una experiencia inolvidable. Mi gratitud va dirigida en primer lugar al Señor Presidente de la República. También a las demás Autoridades y a mis hermanos Obispos de Guatemala, e igualmente a quienes han trabajado eficazmente en la preparación y realización de los diversos actos.

Junto con mi afecto, os dejo también la seguridad de mi recuerdo en la oración. ¡Que Dios bendiga a Guatemala y a todos sus hijos e hijas!

¡Muchas gracias!

 



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