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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS NUEVOS RECLUTAS DE LA GUARDIA SUIZA PONTIFICIA


Sábado 27 de junio de 1998

 

Coronel;
señor capellán;
queridos amigos de la Guardia suiza;
queridos hermanos y hermanas:

1. Con ocasión de la jura de bandera de la nueva promoción de la Guardia suiza pontificia, me alegra acogeros en la casa del Sucesor de Pedro. Doy las gracias afectuosamente al coronel Roland Buchs que, con gran dedicación, ha asegurado la interinidad, en un período difícil. Ya desde ahora expreso mis sentimientos cordiales al nuevo comandante, coronel Pius Segmüller, y al nuevo subcomandante, teniente coronel Elmar Theodor Mäder, que han aceptado servir en el cuerpo de la Guardia suiza y asumirán pronto sus funciones. Agradezco también a las autoridades suizas el haber favorecido estos nombramientos. Expreso mis mejores deseos a los oficiales, a los suboficiales y a todos los miembros del ilustre Cuerpo, que cumplen con valentía, fidelidad y lealtad su misión al servicio de la Santa Sede.

No podemos olvidar hoy a quienes nos dejaron recientemente en el curso de la tragedia, que sigue siendo para todos nosotros una fuente de sufrimiento, pero que es también un llamamiento a permanecer fieles al Señor y a estar atentos a quienes nos rodean.

La gran familia de la Guardia suiza debe continuar su misión: su historia y su generosidad son un testimonio a los ojos de los católicos y del conjunto de las naciones.

2. Doy la bienvenida a todos los padres y también a los amigos y parientes que han venido aquí y participan en este juramento, para asegurar a los jóvenes reclutas su amor y su afecto. Agradezco a estas personas su presencia, signo del vínculo que une a los católicos suizos con la Iglesia y, más aún, con la Sede de Pedro.

Queridos jóvenes, durante vuestro servicio viviréis un tiempo extraordinario, en cuanto que participaréis en el gran jubileo del año 2000. Este período será una ocasión particular en vuestra preparación para plasmar vuestro futuro de hombres y de cristianos. Vuestro deseo de servir a la Iglesia hoy y dedicar algunos años de vuestra vida a proteger al Papa, expresa vuestra disponibilidad a recorrer el camino al lado de Jesucristo todos los días de vuestra vida y a velar mediante la oración y la fraternidad. A pesar de las cargas a veces pesadas de vuestro servicio, os deseo que pueda reforzar vuestra fe y vuestro amor a la Iglesia. Debéis apoyaros recíprocamente con confianza y escuchar a vuestros hermanos; este es un deber que cada uno de vosotros tiene para con sus compañeros.

3. El juramento de hoy constituye para mí una nueva ocasión para expresar mi más sincera gratitud a todos los miembros del cuerpo de la Guardia suiza pontificia por su fidelidad al Sucesor de Pedro y la atención con que velan por el orden y la seguridad dentro de las murallas de la Ciudad del Vaticano, así como en Castelgandolfo y dondequiera que el Papa se encuentre. Queridos hermanos, sé que os preocupáis por acoger con cortesía y gentileza a los peregrinos, que cada vez son más numerosos, en la medida en que se acerca el tercer milenio; de ese modo, dais un importante testimonio del corazón acogedor del Vaticano y de la Iglesia. Pido al Señor que os recompense por vuestro valioso servicio y colme también a vuestros familiares de sus favores celestiales.

Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazón una especial bendición apostólica.



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