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MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
A LA ASOCIACIÓN DE GUÍAS Y SCOUTS CATÓLICOS DE ITALIA

 

A monseñor Diego COLETTI
Asistente eclesiástico general de la AGESCI

1. Con ocasión de la reunión del consejo general de la AGESCI, que tendrá lugar en Bracciano para celebrar el XXV aniversario de la fundación de la asociación, me uno espiritualmente a todos los participantes en el encuentro, enviando un cordial mensaje a la benemérita familia de la Asociación de guías y scouts católicos de Italia, inspirado por sentimientos de estima y afecto.

Recordar veinticinco años de historia constituye un motivo de acción de gracias a Dios por el camino recorrido y una ocasión propicia para un balance de la experiencia acumulada. Me complace repetir aquí lo que escribí con ocasión de la «Ruta nacional» del 2 de agosto de 1997, es decir, que cada miembro de la AGESCI debe mirar adelante y, «como un centinela, escrutar el horizonte para discernir a tiempo las fronteras siempre nuevas hacia las que el Espíritu del Señor os llama» (Mensaje al asistente eclesiástico general de la AGESCI, 2 de agosto de 1997, n. 3: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de agosto de 1997, p. 4).

2. Me dirijo a vosotros, queridos jefes y responsables, guías y scouts, para recordaros que la primera meta hacia la que hay que encaminarse es la nueva evangelización. Con vuestro estilo inconfundible y vuestro método educativo específico, anunciad por los caminos del mundo la verdad del Evangelio, mediante vuestra adhesión fiel a Cristo y a su eterno mensaje de salvación. Para este fin, es preciso saber conjugar la amistad con él y la fidelidad a su palabra con el esfuerzo por comprender las situaciones reales en que se encuentra la juventud de hoy.

De este modo, vuestra familia asociativa encuentra otra meta que es necesario alcanzar: se trata del así llamado «desafío educativo», expresión familiar para vosotros. También desde este punto de vista, el método scout muestra su peculiar genialidad y su actualidad, porque hoy está aumentando progresivamente la complejidad de los procesos educativos y de los itinerarios de formación en la fe y en la vida. Requieren por parte de los educadores una preparación cada vez más cualificada y adecuada. En particular, es indispensable saber escuchar y hacer participar a la persona que está creciendo, invitándola a aceptar una propuesta clara y fuerte, capaz de interpelar su libertad y su conciencia crítica.

Amadísimos jefes educadores y asistentes eclesiásticos, no tengáis miedo de proponer a los jóvenes grandes ideales, puesto que el escultismo es gimnasio para el entrenamiento en las virtudes difíciles. Ante los ojos de los muchachos y muchachas con que tengáis contacto, poned la figura de Cristo: su heroísmo y su santidad. Y vosotros, en calidad de jefes y responsables, jamás dejéis de ser ejemplo, apoyo y valioso estímulo.

Otro objetivo por lograr es un mundo más humano, justo y sereno, en cuya construcción hay que trabajar juntamente con todas las fuerzas sanas de la sociedad. Este desafío sólo pueden afrontarlo adecuadamente hombres y mujeres conscientes y libres, iluminados por el Evangelio y formados en la participación activa y la colaboración responsable en el campo civil. En este ámbito, se presenta hoy con dramática actualidad la necesidad de educar a la juventud para la paz. Al respecto, sé que los guías y los scouts católicos italianos trabajan con gran sensibilidad y realizan una acción asidua e influyente en favor de la «cultura de la paz» y de la «civilización del amor».

3. Éstas son las tres metas que hay que conseguir: la evangelización, el desafío educativo y la construcción de un mundo de paz. En vuestro Pacto asociativo destacan algunas indicaciones valiosas para alcanzarlas. Expreso mis mejores deseos de que, cada vez con mayor eficacia y coherencia, la AGESCI camine hacia el futuro, prosiguiendo a lo largo del sendero delineado por vuestro Pacto. Si os esforzáis por perseverar en estas tres perspectivas, no sólo estaréis en sintonía con los ideales que han animado la AGESCI durante sus veinticinco años de vida, sino que también podréis brindar una colaboración más eficaz a las diócesis y a las parroquias en las diversas obras de promoción espiritual y social, sobre todo en el campo que os es propio, a saber, el de la educación.

La celebración del XXV aniversario de vuestra fundación coincide con el fin del segundo milenio de la era cristiana, en vísperas del gran jubileo del año 2000. También esto constituye un aliciente y una invitación a la esperanza. La conversión del corazón y el renovado impulso de testimonio cristiano, que todo creyente debe esperar de las celebraciones jubilares, han de ser para cada uno de vosotros un estímulo a prepararos bien para esta importante cita del Espíritu.

La Virgen del Camino os guíe y acompañe en vuestro itinerario diario. Os proteja san Jorge, patrono de vuestra asociación. Y os conforte la bendición apostólica, que os imparto de corazón, extendiéndola gustosamente a todos los miembros de la asociación y a sus respectivas familias.

Vaticano, 23 de abril de 1999

JUAN PABLO II



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