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AUDIENCIA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS DIRIGENTES Y ATLETAS
DE LA FEDERACIÓN ITALIANA DE DEPORTES PARA SORDOS


Lunes 15 de mayo de 2000

 

1. Con mucho gusto os doy mi cordial bienvenida a todos vosotros, atletas sordos, acompañantes, intérpretes de gestos y miembros del Comité organizador de la próxima edición de los Juegos mundiales silenciosos, que tendrá lugar aquí, en Roma, en el año 2001. Bienvenidos, y gracias por vuestra grata visita. Agradezco, de modo particular, a vuestro presidente, el profesor Mario Carulli, las amables palabras que ha querido dirigirme en vuestro nombre, delineando al mismo tiempo las perspectivas de vuestra Federación.

Os felicito, complacido por la obra que realiza vuestra Federación y por los ideales que os guían. Esos ideales de solidaridad y atención al hombre os impulsan a acompañar, a través de la actividad deportiva, a tantos hermanos menos favorecidos, para promover su integración plena en los diferentes ámbitos de la vida social. Se trata de un compromiso de alto significado, que apoyo de corazón.

2. Habéis querido dedicar al "silencio" la importante manifestación deportiva internacional del año próximo. El "silencio", que caracteriza vuestra existencia, jóvenes atletas sordos, aunque os crea indudables dificultades de relación con el ambiente que os rodea, no os debe llevar a encerraros en vosotros mismos o a aislaros. Al contrario, apoyándoos en los valores interiores y en vuestras capacidades, aprovechad vuestras energías para dar una valiosa contribución, ciertamente diferente, pero no menos significativa, al respeto y a la integración social de todas las personas.

Vuestra Asociación reúne a atletas sordos de más de ochenta países de los cinco continentes. Estar juntos es, sin duda alguna, una gran oportunidad para conocerse mejor y ayudarse recíprocamente. Juntos podéis dar un testimonio de esperanza a cuantos se encuentran en vuestras mismas condiciones. Podéis manifestar con vuestro valor humano y deportivo que pueden superarse incluso dificultades aparentemente insuperables. ¡Cómo no reconocer que la atención a cuantos se encuentran en condiciones de menor eficiencia física y personal ayuda a la sociedad misma a crear en su seno relaciones más respetuosas entre todos sus miembros!

Quiera Dios que vuestro trabajo alcance los objetivos que persigue, es decir, una mayor atención a los problemas de cuantos tienen dificultades de comunicación e integración en sentido amplio.

De esta actitud surge un estilo de relaciones humanas favorables a la cooperación mutua entre personas y pueblos diversos. Así, se promueve también la tan deseada civilización de la acogida y del amor, la única que es capaz de anular entre los hombres toda marginación humillante.

3. Estamos viviendo el Año jubilar, durante el cual los cristianos, en virtud de su fe, se sienten particularmente impulsados a defender y promover el respeto a toda persona, en cuyo rostro se refleja la imagen de Cristo. Comprenden mejor cómo las atenciones prodigadas a quien sufre lesiones físicas están indisolublemente vinculadas con el testimonio de salvación y redención del hombre, en el que todos los discípulos de Cristo deben sentirse implicados.

Cristo, que por amor entregó su vida por nosotros, nos dio ejemplo de cómo debemos tratar a nuestros hermanos. Que él bendiga vuestros esfuerzos y los haga fecundos, concediéndoos abundancia de gracias, de paz y de consuelo.

Con estos sentimientos, al mismo tiempo que os expreso mis cordiales deseos de una eficaz celebración del Año jubilar y una fructuosa prosecución de vuestra apreciable actividad, sobre todo con vistas a la próxima edición de los Juegos mundiales silenciosos, os renuevo a todos mi estima y mi solidaridad, y de buen grado os imparto una especial bendición a vosotros, a vuestros familiares y a cuantos dan a vuestra Federación la contribución de su competencia y dedicación.

 



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