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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A VARIOS GRUPOS DE PEREGRINOS JUBILARES


Sábado 18 de noviembre de 2000

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. El deseo de realizar un fructuoso camino jubilar os ha impulsado a cruzar la Puerta santa y a orar ante las tumbas de los Apóstoles. Durante este itinerario habéis querido manifestar al Papa vuestro afecto y vuestra cercanía espiritual. Os agradezco este gesto y os doy una cordial bienvenida. Provenís de diversas diócesis y realidades eclesiales: el hecho de encontraros juntos constituye para vosotros una gran ocasión de comunión eclesial.

El tiempo jubilar brinda a cada uno la oportunidad de confrontarse con las exigentes palabras de Cristo y experimentar la misericordia de Dios, sobreabundante en este Año jubilar. En efecto, es un tiempo de conversión y de alegría, que fortalece a los creyentes en su itinerario de renovación interior, para que se consolide cada vez más en su corazón y en sus comunidades una mentalidad nueva, capaz de discernir los acontecimientos del mundo a la luz del Evangelio.

2. Saludo ahora, en particular, a los peregrinos de Piacenza-Bobbio, acompañados por su obispo, y por los cardenales Opilio Rossi y Luigi Poggi, así como por monseñor Bertagna. Agradezco a monseñor Luciano Monari las devotas palabras que me ha dirigido en vuestro nombre.

Amadísimos hermanos y hermanas, esta etapa forma parte de un largo itinerario de preparación, durante el cual vuestra Iglesia ha reflexionado sobre su responsabilidad misionera y su capacidad de implicar a cuantos, aun declarándose cristianos, por desgracia no participan activamente en la vida comunitaria. Con oportunas iniciativas, queréis manifestar el interés fraterno que tenéis por ellos, invitándolos a compartir concretamente con vosotros la gran aventura de la fe. Os felicito por vuestro compromiso y os animo cordialmente a seguir profundizando la certeza humilde y gozosa de vuestra identidad cristiana. No sólo es un don que os hace Dios, sino también una misión que os confía. Si sabéis confiar en la fuerza del Espíritu que obra en vosotros, jamás os dominará el desaliento y podréis realizar plenamente lo que se os pide.

Tened siempre un estilo auténticamente evangélico, marcado por la caridad y la amistad fraterna. Si entre el obispo y los sacerdotes, y en el seno del presbiterio se fortalece el espíritu de comunión; y si, además, los sacerdotes saben entablar con los laicos un diálogo provechoso y fomentar en ellos una actitud constante de sincera y cordial colaboración, el camino eclesial también será un ejemplo para la sociedad civil.

3. Os saludo ahora a vosotros, queridos fieles de Carpi, presentes aquí junto con vuestro nuevo pastor, monseñor Elio Tinti, a quien agradezco profundamente las amables palabras con las que ha interpretado los sentimientos de todos. El jubileo recuerda a cada cristiano el deber de perseverar en su vocación, para ser fermento y levadura que haga crecer toda la masa (cf. 1 Co 5, 6). Si permanecéis unidos en torno a vuestro obispo y a vuestros sacerdotes, podréis anunciar de modo más eficaz a vuestros paisanos el Evangelio, fuente de esperanza y de vida nueva.

Un individualismo exagerado, un bienestar económico cuyo fin es él mismo, y la indiferencia religiosa que se insinúa a veces en el corazón de la gente, os han de estimular a vivir con más coherencia lo que sois: hijos de Dios, llamados a ser herederos del Reino. Que no disminuyan el entusiasmo y la vitalidad que, aunque seáis una pequeña grey, os anima, y con confianza seguid "anunciando el Evangelio para servir al hombre".

4. Os saludo ahora a vosotros, queridos peregrinos de Civitavecchia, que aquí representáis la unidad de vuestra diócesis, congregada en torno a su obispo, monseñor Girolamo Grillo, a quien doy las gracias por sus afectuosas palabras de saludo. Amadísimos fieles, vivid el compromiso que implica la nueva vida recibida en el bautismo. Sabéis que Cristo alimenta esta vida nueva sobre todo con el don de su Cuerpo y de su Sangre en el banquete divino, al que os llama para ser "un solo cuerpo" (1 Co 10, 17).

Con la Eucaristía os alimenta y fortalece, para que podáis cumplir siempre generosamente la voluntad del Padre. Dejaos guiar por la gracia del Espíritu Santo, fuente de comunión; caminad con alegría y disponibilidad por los senderos de la conversión personal y de la renovación de vuestras comunidades.

5. Os dirijo ahora unas palabras cordiales a vosotros, amadísimos fieles de Sabina-Poggio Mirteto, presentes aquí con vuestro pastor, monseñor Lino Fumagalli, a quien agradezco los sentimientos que ha expresado también en vuestro nombre. Saludo asimismo al señor cardenal Lucas Moreira Neves, titular de la diócesis sabina; y a monseñor Marco Caliaro, obispo emérito. Queridos hermanos, habéis elegido la peregrinación ad Petri sedem para subrayar vuestro compromiso de adhesión constante al Evangelio. Las sólidas tradiciones de una fe fuerte y bien arraigada en el corazón distinguen a vuestra comunidad. Lo testimonian, de entre otros, los frecuentados santuarios marianos de Ponticelli y Monterotondo, y vuestra misma catedral, consagrada a la Virgen de la Alabanza. Os invito a encomendar a María todos vuestros proyectos pastorales.

Os exhorto también a considerar las enseñanzas de vuestros padres en la fe como una herencia que hay que conservar e incrementar, para que, guiados por la aportación de una antigua sabiduría, sepáis dialogar con todas las fuerzas sanas de vuestro territorio. Que la oración, especialmente la litúrgica, sostenga vuestros esfuerzos para que se extienda cada vez más el reino de Cristo.

6. Saludo también con afecto al grupo de la asociación "Comunidad Domenico Tardini", guiado por el cardenal Achille Silvestrini y por monseñor Claudio Celli. El espíritu sacerdotal de monseñor Domenico Tardini proyectó "Villa Nazaret" para que florezcan los dones del intelecto y del corazón que Dios dio a numerosos jóvenes, a fin de valorarlos como vocaciones de "apóstol" al servicio de la Iglesia y en beneficio de los hermanos.

Las generaciones de jóvenes han crecido, y gracias al ejemplo y a la enseñanza del gran cardenal, así como gracias a su experiencia de vida, nació la Asociación con el objetivo de hacer que en sus miembros maduren un encuentro personal con Cristo, el respeto a la dignidad de todo ser humano, el compromiso en favor de la libertad y un servicio mediante la cultura.

Al cruzar hoy la Puerta santa, habéis escuchado y acogido la voz del Señor Jesús que proclama la misericordia del Padre y os ayuda a cada uno a descubrir el significado de gratuidad de sus talentos, para que os comprometáis a responder a las expectativas de que el reino de Dios se realice entre los hombres.

Podréis hacerlo cultivando una conciencia eclesial en el ejercicio de la diaconía de la cultura, que os haga participar en la misión confiada a la Iglesia, desarrollando vuestros carismas de hombres y mujeres que sienten nacer del amor de Cristo el deseo exigente de acompañar los caminos de crecimiento y maduración de los jóvenes en la fe.

7. Saludo cordialmente a los miembros de la Orden de San Mauricio y San Lázaro, que participan en esta audiencia, acompañados por monseñor Joseph Sardou, arzobispo emérito de Mónaco. Les deseo una feliz peregrinación jubilar y les imparto de todo corazón la bendición apostólica.

Dirijo ahora un saludo especial a los fieles húngaros, a los grupos de las parroquias San Gerardo y Santa Teresa de Lisieux, de Budapest. Os imparto de corazón a todos vosotros, y a vuestras familias, la bendición apostólica. ¡Alabado sea Jesucristo!

8. Por último, saludo en particular a los fieles provenientes de diversas parroquias italianas; a los grupos de peregrinos de diferentes localidades; a la comunidad de los Frailes Menores Conventuales del sacro convento de Asís; a los participantes en el campeonato europeo automovilístico "Terminillo"; a los voluntarios del Cuerpo nacional de socorro alpino y espeleológico; al club "Swarowski", de Palestrina y Merate.

Amadísimos hermanos y hermanas, que esta peregrinación a las tumbas de los Apóstoles os confirme en la fe; os ayude a volver a vuestros hogares fortalecidos en vuestra decisión de servir a Cristo y a vuestros hermanos; y os permita ser misioneros más entusiastas del Verbo de la vida, que colma de esperanza el corazón de todo hombre.

Que os sostenga la intercesión de la Madre del Señor y os acompañe la bendición que, de todo corazón, os imparto a vosotros, a vuestras comunidades, a vuestras familias y a vuestros seres queridos.

 



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