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DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LA ASOCIACIÓN EUROPEA DE TIRADORES HISTÓRICOS


Sábado 3 de noviembre de 2001

 

Amados hermanos y hermanas:

1. De buen grado os doy la bienvenida al Vaticano, y me alegro de que haya llegado el momento de este encuentro con vosotros. Como representantes de la Asociación europea de los Tiradores históricos habéis peregrinado a Roma para visitar las tumbas de los Príncipes de los Apóstoles y sacar fuerza de la experiencia de fe comunitaria con vistas al camino futuro.

Quien quiera caminar con rectitud hacia el futuro, debe conocer la herencia del pasado. Quien quiera contribuir hoy a la construcción de un mundo justo y pacífico, debe saber cuál es su patria. Sobre todo para vosotros, hermanos y hermanas Tiradores, la patria es un gran bien. Aunque vuestras Asociaciones se dedicaron originariamente a la defensa de la patria como espacio territorial vital, hoy se trata más bien de valores y tradiciones, que están relacionados con ella y que hay que conservar. Por último, la patria se abre a la plenitud de su significado sólo cuando se va más allá del mero plano terreno y se piensa en las palabras que san Pablo dirigió a los Filipenses:  "Nosotros somos ciudadanos del cielo" (Flp 3, 20).

2. Queridos hermanos y hermanas, experimento gratitud y estima hacia vosotros que, en vuestros países, os esforzáis por conservar el gran bien de la patria, en su sentido más amplio, y por transmitir sus valiosas tradiciones a las generaciones futuras. A vuestra peregrinación le faltaría algo si no comprendiera también una visita a la tumba de san Sebastián. Estáis unidos de modo particular a este mártir, porque lo habéis elegido como patrono.

San Sebastián os permite confrontar vuestro testimonio cristiano. Este testimonio es hoy más necesario que nunca, porque un número cada vez mayor de nuestros contemporáneos vive como si Dios no existiera. Ciertamente, la fe cristiana no se difunde con la fuerza de las armas, sino con el testimonio de vida. Se necesitan hombres y mujeres que en su actividad diaria no se cansen de discernir con atención los signos de los tiempos y de anunciar intrépidamente el Evangelio.
Precisamente a vosotros, Tiradores, desearía poneros de relieve que quien como cristiano desee dar en el blanco, debe ante todo dejarse alcanzar por aquel a quien debe su nombre:  Jesucristo.

San Sebastián fue alcanzado por Cristo; por ello, aunque las flechas que atravesaron su cuerpo eran puntiagudas, no pudieron hacer nada a su alma. En efecto, san Sebastián estaba preparado para dar el testimonio por el que derramaría su sangre. Cumplió lo que la carta a los Efesios sugiere a los cristianos:  "Ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Ef 6, 14-17).

3. Queridos hermanos y hermanas, cuando asistáis a las competiciones y a las fiestas de los Tiradores, tened presente que la verdadera competición es la vida. En ella, como cristianos, no podéis quedaros rezagados. Y cuando elijáis a vuestros "reyes del tiro", sed conscientes de que vuestro verdadero Rey es Cristo, Señor del universo. Con el deseo de que seáis alcanzados por Cristo, os imparto de corazón la bendición apostólica.

Saludo con afecto a los miembros de la Cofradía de los Tiradores históricos de Polonia, de Cracovia y de las demás ciudades. Agradezco a monseñor Jerzy Bryla las palabras de saludo e introducción.

Me alegra poder acogeros en el Vaticano. Vuestra presencia me recuerda vivamente todas las solemnidades eclesiales en Cracovia "la procesión a Skaka, la del Corpus Christi y tantas otras" en las que no faltó jamás la presencia de la Cofradía de los Tiradores. Como obispo de Cracovia estuve unido a vuestra Cofradía, y siempre he sentido profundo respeto por vuestra tradición plurisecular, así como por vuestro activo compromiso en la vida social, cultural y religiosa de los ambientes locales, independientemente de la situación política del país. Conservad esta buena tradición. Que no se apague en vuestro corazón la disposición caballeresca en la defensa de las personas más necesitadas y en llevarles una ayuda según el espíritu de la misericordia cristiana.

Habéis venido a Roma con la peregrinación de la Asociación europea de los Tiradores históricos. Es un organismo relativamente joven, pero con amplias perspectivas de futuro. En la época en que las naciones de Europa se unen, la Asociación de los Tiradores históricos puede convertirse en un signo del interés por las tradiciones, la cultura y la identidad nacional, y, al mismo tiempo, de apertura fraterna a los valores expresados y cultivados por las demás naciones. Espero que en este proceso de intercambio espiritual de los dones se transmitan a las generaciones futuras también los valores que brotan de la fe, la esperanza y el amor.

Por esto ruego al Señor. Con la oración os acojo a vosotros, a vuestras familias y a todos los miembros de la Cofradía de los Tiradores históricos de Polonia y del mundo. Que Dios os bendiga.

 



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