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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL FORO INTERNACIONAL
DE LA ACADEMIA PONTIFICIA DE TEOLOGÍA


Sábado 16 de febrero de 2002

 

Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas: 

1. Me alegra este encuentro, con el que habéis querido subrayar la celebración del primer Foro internacional de la Academia pontificia de teología. Dirijo a todos mi saludo cordial y, de modo especial, doy las gracias al señor cardenal Paul Poupard, que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos y ha ilustrado la intención del Foro, cuyo significativo tema es:  "Jesucristo, camino, verdad y vida. Para una relectura de la Dominus Iesus".

Ese tema se inserta en la competencia propia de vuestra Academia. En efecto, en los Estatutos renovados, que aprobé con el motu proprio del 28 de enero de 1999, se indica como fin de la Academia "cuidar y promover los estudios teológicos y el diálogo entre las disciplinas teológicas y filosóficas" (art. II). Todos los esfuerzos  que  realiza  el ser humano para progresar  en  el conocimiento de la verdad se orientan, en definitiva, al descubrimiento  de  algún  nuevo aspecto del misterio de Dios, "suma y primera verdad" (santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, q. 16, a. 5) y fuente de verdad, pues, como dice el Doctor Angélico, "toda verdad proviene de Dios" (Quaestiones disputatae, De veritate, q. 1, a. 8).

El ser humano, que se puede definir "como aquel que busca la verdad" (Fides et ratio, 28), sabe que en el encuentro con Jesús y con su divina revelación ha hallado la verdad de su existencia:  "En Jesucristo, que es la verdad, la fe reconoce la llamada última dirigida a la humanidad para que pueda llevar a cabo lo que experimenta como deseo y nostalgia" (ib., 33).

2. La finalidad principal de la Academia pontificia de teología es la meditación del misterio de Jesucristo, nuestro Maestro y Señor, plenitud de gracia y de verdad (cf. Jn 1, 16). De este manantial de luz nace el mandato del anuncio, del testimonio y del compromiso en el diálogo ecuménico e interreligioso.

En la encíclica Fides et ratio afirmé que "las vías para alcanzar la verdad siguen siendo muchas; sin embargo, como la verdad cristiana tiene un valor salvífico, cualquiera de estas vías puede seguirse con tal de que conduzca a la meta final, es decir, a la revelación de Jesucristo" (n. 38). En su trabajo de estudio e investigación, los académicos, cultivadores y testigos de la verdad de Cristo en la Iglesia y en el mundo, son guiados por la Revelación cristiana, "verdadera estrella que orienta" (ib., 15), para conocer la verdad, realizar el bien y vivir la caridad.

3. Son dos los aspectos que pueden caracterizar hoy el apostolado y el servicio a la verdad:  su dinamismo y su eclesialidad. La verdad de la Revelación cristiana abre siempre en la historia nuevos horizontes de inteligencia del misterio de Dios y del hombre. Este impulso intrínseco de novedad no significa relativismo o historicismo, sino suprema concentración de la verdad, cuya comprensión implica un camino y, sobre todo, un seguimiento:  el seguimiento de Cristo, camino, verdad y vida. Así, la teología se convierte en un itinerario en comunión con la Verdad-Persona que es Jesucristo, en una relación de fidelidad, amor y donación, bajo la acción del Espíritu de verdad (cf. Jn 16, 13), cuya tarea no consiste sólo en recordar las palabras de Jesús, sino también en ayudar a los cristianos a comprenderlas y vivirlas con una claridad interior cada vez mayor, en la historia cambiante de la humanidad.

La calificación de "pontificia" de vuestra "Academia teológica" significa, en segundo lugar, que su servicio a Cristo verdad se caracteriza por su eclesialidad. En efecto, la búsqueda libre del teólogo se realiza dentro de la fe y de la comunión de la Iglesia. En la Iglesia, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5, 13-14), la reflexión teológica cumple su tarea de responder a la voluntad salvífica universal de Dios, el cual quiere "que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm 2, 4). La comunión eclesial, más que un límite, es en realidad el lugar que vivifica la reflexión teológica, sosteniendo su audacia y premiando su profecía. De este modo, la ciencia teológica, comprendiendo cada vez más profundamente la verdad revelada, se convierte en un servicio a todo el pueblo de Dios, sostiene su esperanza y refuerza su comunión.

4. La adhesión a Cristo verdad, manifestada por los teólogos en obediencia al magisterio de la Iglesia, es una poderosa fuerza que unifica y edifica. El teólogo católico es consciente de que el magisterio no es una realidad extrínseca a la verdad y a la fe, sino que, al contrario, como elemento constitutivo de la Iglesia, está al servicio de la Palabra de verdad, que protege de desviaciones y deformaciones, garantizando que el pueblo de Dios viva siempre en la historia guiado y sostenido por Cristo verdad. Por consiguiente, la relación entre magisterio y trabajo teológico se guía por el principio de la armonía. Al estar ambos al servicio de la Revelación divina, redescubren nuevos aspectos y profundizaciones de la verdad revelada. Donde se trata de la comunión en la fe, se impone el principio de la unidad en la verdad; en cambio, donde es cuestión de opiniones diferentes, vale el principio de la unidad en la caridad.

Estas líneas inspiradoras están presentes tanto en la articulación que habéis dado al Foro de estos días como en el enfoque de la nueva revista de la Academia, que se titula PATH, acróstico de la denominación latina de "Pontificia Academia Theologica". Pero path es también un término que, en la lengua globalizada de hoy, indica sendero, vía, camino. La búsqueda teológica es camino arduo y, al mismo tiempo, gratificante en Cristo camino, verdad y vida.

5. Ojalá que, tres siglos después de su fundación, vuestra reflexión y vuestro testimonio sigan dando nuevo impulso a la Academia pontificia de teología para ilustrar cristianamente el milenio recién iniciado.

Con este deseo, invocando la ayuda de Dios sobre vuestros trabajos, imparto a todos de corazón mi bendición.

 



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