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DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DEL CÍRCULO DE SAN PEDRO


Viernes 10 de mayo de 2002

 

Amadísimos directivos y socios del Círculo de San Pedro

1. Bienvenidos a este encuentro, que cada año me ayuda a conoceros mejor y a apreciar la obra atenta y solícita que realizáis. Os saludo con viva cordialidad a cada uno y, a través de vosotros, a los socios que no están presentes. Saludo a vuestras familias, que comparten el generoso compromiso del benemérito Círculo de San Pedro.

Dirijo un saludo particular al presidente general, doctor Marcello Sacchetti, al que agradezco las amables palabras que ha querido dirigirme, ilustrando los ideales que os guían y las diversas actividades de vuestra asociación. Sus palabras han ofrecido a todos la medida de la consistencia y de la calidad de vuestro compromiso litúrgico y caritativo, así como de vuestra capacidad de afrontar con amor creativo las necesidades de los hermanos.

Dirijo también un saludo fraterno a vuestro asistente espiritual, el arzobispo Ettore Cunial, y a los sacerdotes que se dedican a vuestra constante formación cristiana.

2. "Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto" (Mt 6, 3-4).

En estas palabras de Jesús, recogidas por el evangelista san Mateo, se inspiran el estilo y el programa de vuestra asociación, que desde hace más de un siglo presta un valioso servicio social y apostólico. Un servicio quizá poco conocido por los medios de comunicación social, pero que constituye un punto de referencia seguro y acogedor para los que, solos y abandonados, deben afrontar situaciones de pobreza y graves problemas de salud.

Vuestro presidente acaba de recordar que por amor a Cristo habéis elegido considerar como "primeros", es decir, como objeto de atención prioritaria y servicio amoroso, a los que el mundo y las lógicas del beneficio consideran los "últimos", marginándolos de la sociedad opulenta.

De este espíritu de caridad han nacido vuestras obras centenarias y las instituidas más recientemente, como la Clínica para la terapia del dolor.

Todas estas iniciativas benéficas pueden contar con la disponibilidad y con los sacrificios de los miembros de vuestra asociación que, reproduciendo la imagen del buen samaritano, se acercan a los hermanos heridos en la carne y en el espíritu para llevarles, además de la ayuda material, el consuelo de una palabra de esperanza y de un gesto de caridad fraterna.

3. Que en vuestras múltiples actividades no falte nunca tiempo para la escucha de la palabra de Dios, y que el Evangelio sea el vademécum de vuestro amor a los pobres. Ante las formas de neopaganismo, que fascinan a mucha gente, deseo que vuestra caridad discreta y operante, alimentada por una intensa oración, constituya un signo elocuente de la ternura de Dios hacia cada ser humano.

En la realización de vuestra importante acción caritativa queréis testimoniar la solicitud del Papa en favor de los necesitados. En cierto sentido, el Círculo de San Pedro es una prolongación de su "mano caritativa" hacia los más pobres y abandonados. De vuestra misión forma parte también la colecta del Óbolo de San Pedro en Roma, con ocasión de la Jornada de la caridad del Papa, confiada a vuestra asociación por un antiguo privilegio. Como de costumbre, en este encuentro me presentáis el fruto de esa colecta. Os agradezco este delicado y significativo gesto.

La Virgen María os acompañe y proteja a cada uno de vosotros y a vuestras familias, particularmente en este mes de mayo, dedicado a ella.

También yo os acompaño con la oración, y os imparto de corazón a cada uno de vosotros, a vuestras familias y a los pobres que asistís amorosamente, una especial bendición apostólica.

 



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