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MENSAJE DEL SABTO PADRE JUAN PABLO II
A LA UNIÓN NACIONAL ITALIANA DE TRANSPORTE DE ENFERMOS A LOURDES
Y SANTUARIOS INTERNACIONALES

 

Al venerado hermano
LUIGI MORETTI
Consiliario general de la UNITALSI

1. He sabido con alegría que, del 28 de febrero al 2 de marzo de 2003, la Unión nacional italiana de transporte de enfermos a Lourdes y santuarios internacionales celebra en Rímini su asamblea nacional, con ocasión de su centenario de vida asociativa. En esta feliz ocasión, me complace dirigirle a usted, al presidente nacional, doctor Antonio Diella, y a todos los voluntarios mi afectuoso saludo. Doy gracias al Señor por todo lo que, a través de esta asociación benéfica, ha realizado y sigue realizando en favor de numerosos hermanos y hermanas enfermos y en dificultades.

Es significativo que esta celebración jubilar coincida con el Año del Rosario, teniendo en cuenta que los orígenes de la UNITALSI están relacionados con un santuario mariano, el de Lourdes. Precisamente en aquel lugar, bendecido por la presencia de María, el fundador, Giovanni Battista Tornassi, encontró luz y consuelo. Había ido a la gruta de Massabielle con el propósito de quitarse la vida, al final de un agotador sufrimiento físico y espiritual, pero quedó impresionado por la obra amorosa y desinteresada de los voluntarios. Al mismo tiempo, tomó clara conciencia de su vocación al servicio de los que sufren, vocación sostenida y alentada por el secretario del obispo que presidía aquella peregrinación, el bergamasco don Angelo Roncalli, futuro Papa Juan XXIII, hoy elevado al honor de los altares.

2. Nació así una realidad eclesial, aún hoy apreciada por el bien que realiza y por el espíritu evangélico que la anima.

El primer protector de la UNITALSI fue mi santo predecesor el Papa Pío X, que muchas veces bendijo e impulsó su desarrollo. A continuación, venerados cardenales y obispos se han sucedido en la guía espiritual de la asociación. Pienso, entre los últimos, en los cardenales Luigi Traglia y Ugo Poletti, que en paz descansen. Deseo asimismo mencionar al arzobispo de Pisa y vicepresidente de la Conferencia episcopal italiana, monseñor Alessandro Plotti, a quien usted, venerado hermano, ha sucedido como consiliario. Numerosos obispos y sacerdotes, en muchas diócesis de Italia, se prodigan, juntamente con los voluntarios de la UNITALSI, para que los enfermos y discapacitados experimenten la cercanía materna de la Iglesia.

3. Amadísimos hermanos y hermanas, gracias a vosotros, durante estos cien años, muchísimas personas han podido ir a la gruta de Lourdes para confiar al corazón materno de la Inmaculada sus penas y recibir de ella luz y consuelo.

En esta feliz circunstancia, me complace expresaros mi vivo aprecio por el servicio que seguís prestando generosamente en comunión plena con vuestros obispos. Perseverad en la obra que otros, antes de vosotros, emprendieron bajo la mirada materna de María. Proseguid con generosidad, desinterés y espíritu de servicio. Aprended, en la escuela del Evangelio, a ser constructores de paz, de justicia y de misericordia dondequiera que el Señor os llame. Responded al amor de Dios, con la certeza de que él ha sido el primero en amaros. En efecto, todo lo que tenemos y somos lo hemos recibido de él (cf. 1 Co 4, 7), y por esto debemos dedicarnos a los demás con generosidad.

4. Bien arraigados en vuestra historia, mirad al futuro con confianza y clarividencia. La caridad os impulsa a abrir campos siempre nuevos de acción, para realizar nuevos proyectos de promoción humana y de evangelización en favor de los enfermos, de los pequeños y de los últimos. Esto supone una intensa vida espiritual, que se alimente a diario de la oración, de la práctica sacramental y de una seria ascesis personal. En este terreno deben arraigarse vuestro ser y vuestro obrar.

A la vez que os exhorto a perseverar en vuestra entrega generosa, os aseguro un constante recuerdo ante la Virgen de Nazaret, a la que me agrada contemplar juntamente con vosotros en el momento en que, movida por el Espíritu, va a visitar a su anciana prima Isabel. Ella, santa María de la Visitación, os sostenga para que testimoniéis el amor de Dios, dispuesto a abrazar y sanar al hombre gratuitamente.

A usted, venerado hermano, al presidente, a los enfermos, a los voluntarios, a los consiliarios y a toda la familia de la UNITALSI envío la bendición apostólica, portadora de abundantes favores celestiales para todos.

Vaticano, 26 de febrero de 2003

JUAN PABLO II



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