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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DEL CENTRO DEPORTIVO ITALIANO
EN EL 60 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN


Sábado 26 de junio de 2004

 

Queridos amigos del Centro deportivo italiano:

1. Bienvenidos a este encuentro, que recuerda el 60° aniversario de vuestra benemérita institución, fundada para evangelizar el mundo del deporte en Italia. Os acojo y saludo a todos con afecto.

Saludo a los prelados presentes y, en primer lugar, al cardenal Camillo Ruini, presidente de la Conferencia episcopal italiana. Le expreso mi agradecimiento, en particular, porque acaba de ilustrarme los programas y los proyectos de vuestra asociación. Saludo a los dirigentes, a los entrenadores, a los árbitros, a los animadores y a los consiliarios. Dirijo un saludo cordial a monseñor Vittorio Peri, consiliario nacional, y al presidente nacional, señor Edio Costantini. Os saludo sobre todo a vosotros, queridos jóvenes atletas, y os agradezco vuestra afectuosa acogida.

2. "Levántate" (Lc 7, 14). Quisiera renovar en esta circunstancia la invitación del Señor al joven de Naím, que fue el tema de mi reciente peregrinación apostólica a Suiza, para reflexionar también con vosotros sobre el sentido de vuestra misión en la Iglesia y en la sociedad.

"Levántate", "escucha", "ponte en camino". Dirigí estas palabras a los jóvenes reunidos en el Palacio de hielo de Berna el pasado día 5 de junio. Os repito esa misma invitación a vosotros, queridos amigos del Centro deportivo italiano. Cada uno de vosotros está llamado a seguir a Cristo y a ser su testigo en el ámbito deportivo.

Sois bien conscientes de esta singular vocación, y, en el proyecto cultural y deportivo de la asociación, afirmáis que no pretendéis que vuestra presencia en la sociedad italiana tenga como objetivo sólo la promoción del deporte, sino que queréis contribuir a responder a los profundos interrogantes que se plantean las nuevas generaciones sobre el sentido de la vida, su orientación y su meta. Así, deseáis fomentar una mentalidad y una cultura deportiva que "haciendo deporte" y no sólo "hablando de deporte" ayude a redescubrir la verdad plena sobre la persona.

3. El Centro deportivo italiano nació hace sesenta años con el fin de proponer a los jóvenes, marcados entonces por las funestas consecuencias de la segunda guerra mundial, la práctica del deporte no sólo como fuente de bienestar físico, sino también como ideal de vida valiente, positivo y optimista, como medio de renovación integral de la persona y de la sociedad. Mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pío XII, pidió entonces a vuestra asociación que fuera levadura de cristianismo en los estadios, en los caminos, en los montes, en el mar, dondequiera que se enarbole con honor vuestro estandarte (cf. Discurso al Centro deportivo italiano, 1955).

A lo largo de los años, queridos amigos, habéis tratado de manteneros fieles a esta consigna, presentando el Centro deportivo italiano como escuela de auténtica formación humana. Habéis trabajado para que niños, jóvenes y adultos conocieran, a través de las diversas disciplinas deportivas, la riqueza y la belleza del Evangelio. Les habéis ayudado a encontrar a Jesús y a elegirlo como razón última de su existencia.

4. Esta sigue siendo vuestra misión, y la sociedad continúa necesitándola. El esfuerzo de vuestras sociedades deportivas por promover el deporte como experiencia formativa en las parroquias, en la escuela y en el territorio ayudará a las nuevas generaciones a elegir y cultivar los valores auténticos de la vida:  el amor a la verdad y la justicia, el gusto por la belleza y la bondad, la búsqueda de la auténtica libertad y de la paz.

En nuestro tiempo, el sistema del deporte parece a veces condicionado por las lógicas del lucro, del espectáculo, del dopaje, de la combatividad exasperada, y por episodios de violencia. También tenéis la misión de anunciar y testimoniar la fuerza humanizadora del Evangelio con respecto a la práctica del deporte que, si se vive según la visión cristiana, se convierte en "principio generativo" de relaciones humanas profundas y favorece la construcción de un mundo más sereno y solidario.

Especialmente a vosotros, queridos jóvenes atletas, os deseo que practiquéis el deporte con lealtad y sano espíritu agonístico. Así, os ayudará a afrontar la ardua carrera de la vida con valentía y honradez, con alegría y confianza serena en el futuro.

Encomiendo al Señor, por intercesión de María, a toda la familia del Centro deportivo italiano y todos sus proyectos, a la  vez  que con afecto os bendigo a todos.

 



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