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 DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A UNA REPRESENTACIÓN DE LA SOCIEDAD ITALIANA FERRARI


Lunes 17 de enero de 2005

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra acogeros a cada uno de vosotros, representantes de la gran "familia" de la Ferrari que, a lo largo de los años, ha cosechado éxitos y trofeos. En particular, me congratulo con vosotros por la victoria en el reciente campeonato mundial.

Os saludo con afecto a todos:  dirigentes, pilotos y técnicos, que habéis venido a entregarme el "modelo" del coche de fórmula uno. Saludo especialmente al presidente Luca de Montezemolo, y le agradezco las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Dirijo un saludo afectuoso a los oficiales, a los obreros y a los que desde Maranello están unidos a nosotros a través de la televisión. A todos llegue mi más cordial saludo.

2. Queridos amigos de la Ferrari, vuestra presencia me brinda la oportunidad de poner de relieve cuán importante es el deporte también en la sociedad actual. La Iglesia considera la actividad deportiva, practicada con pleno respeto de las reglas, un valioso instrumento educativo, especialmente para las jóvenes generaciones.

Además, la Ferrari, como acaba de destacar vuestro presidente, es una singular "comunidad de hombres" en la que existe un gran entendimiento. Sus notables resultados deportivos e industriales se deben sobre todo al entusiasmo que deriva del espíritu comunitario. Queridos hermanos, seguid cultivando este estilo de trabajo, y que el crecimiento constante en la solidaridad sea uno de vuestros objetivos principales. Así,  difundiréis  los valores del deporte y contribuiréis, al mismo tiempo, a construir una  sociedad  más justa y solidaria.

3. Con estos sentimientos, a la vez que os aseguro a vosotros y a vuestras familias un recuerdo particular en la oración, imparto de buen grado a todos mi bendición.



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