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MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A LA PRINCESA KHÉTÉVANE BAGRATION DE MOUKHRANI
NUEVA EMBAJADORA DE GEORGIA ANTE LA SANTA SEDE*


Miércoles 9 de marzo de 2005

 

Alteza:

1. Le hago llegar un saludo cordial, en el momento en que usted presenta las cartas con las cuales ha sido nombrada embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de Georgia ante la Santa Sede. Siento mucho no poder recibirla personalmente, a causa de mi convalecencia, para expresarle mis mejores deseos en el momento en que se dispone a iniciar su misión. Le pido que transmita mi saludo al señor presidente Mijail Saakashvili, juntamente con la seguridad de mi oración por la prosperidad y la paz de toda la nación georgiana.

En esta ocasión, me complace recordar el homenaje que rendí, al inicio de mi visita pastoral a su país en 1999, al rico patrimonio cristiano de Georgia. Expreso mi firme convicción de que los valores espirituales y culturales presentes en la tradición del pueblo georgiano seguirán desempeñando un papel importante para promover un nuevo florecimiento de civilización sobre las raíces del pasado cristiano de Georgia y favorecer la consolidación de una sociedad digna de su noble nación (cf. Discurso durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Tbilisi, 8 de noviembre de 1999).

2. Desde que ha emprendido el camino de la independencia y de la reconstrucción nacional, Georgia ha debido afrontar muchos desafíos, a menudo durísimos, que han puesto a prueba la generosidad y el espíritu de sacrificio de los ciudadanos al servicio del bien común. Además de la difícil tarea de instituir sólidas estructuras políticas y económicas, los georgianos han debido afrontar la tarea de conservar el sentido de unidad, aunque abriéndose a la más amplia comunidad europea e internacional. Como ha demostrado la experiencia de muchas naciones durante los últimos veinte años, estos desafíos sólo pueden afrontarse gracias a un sabio y prudente equilibrio entre las exigencias de la unidad y el respeto de las legítimas diversidades.

Por tanto, lo más urgente es el desarrollo de un sólido modelo de unidad en la diversidad, firmemente arraigado en la experiencia histórica del país, pero abierto al mismo tiempo al enriquecimiento que brota del diálogo y de la cooperación con los demás. En efecto, "el mundo actual nos impulsa (...) a conocernos y a respetarnos unos a otros en la diversidad de nuestras culturas y mediante ella" (Discurso a los representantes del mundo de la cultura y de la ciencia, Tbilisi, 9 de noviembre de 1999, n. 4:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de noviembre de 1999, p. 13). Sólo de este modo el camino se abrirá, en todos los niveles de la vida social, económica y cultural, a un futuro de solidaridad, de comprensión y de paz.

3. La Iglesia católica en Georgia desea dar su contribución al renacimiento espiritual de la nación y al progreso del bien común, no sólo a través del cumplimiento de su misión religiosa específica, sino también a través de su compromiso en obras de caridad y en la promoción de intercambios culturales y de oportunidades educativas en favor de los jóvenes, que son el futuro de Georgia.

Aunque los católicos georgianos constituyen una minoría, quiero asegurarle su ferviente deseo de trabajar, con espíritu de colaboración y pleno respeto, con sus hermanos y hermanas ortodoxos, así como con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para edificar un futuro de libertad, de justicia y de armonía social.

Hoy, más que nunca, los creyentes están llamados a unir sus fuerzas para poner las bases sólidas de una auténtica renovación social, contribuyendo a la formación de las conciencias por caminos de paz y de respeto a la dignidad inviolable y a los derechos de toda persona, y cooperando al mismo tiempo para eliminar de raíz toda forma de hostilidad, de prejuicio y de discordia.

En este marco, expreso mi deseo de un diálogo constructivo entre la Iglesia católica y las autoridades del Gobierno, para que se asegure a la comunidad católica una adecuada protección legal en el ejercicio de su misión.

4. Con estos sentimientos, le expreso mis mejores deseos, acompañados por la oración, en el momento en que usted asume sus altas responsabilidades. Estoy seguro de que el cumplimiento de sus tareas contribuirá a un mayor fortalecimiento de las relaciones amistosas entre Georgia y la Santa Sede. Desde esta perspectiva, le aseguro la constante disponibilidad de mis colaboradores para prestarle toda la ayuda que necesite en el cumplimiento de su exigente misión.

Sobre usted y sobre el pueblo georgiano invoco cordialmente las abundantes bendiciones de Dios omnipotente.

Hospital policlínico Gemelli, 9 de marzo de 2005.

 


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n. 11, pp. 6,7.

 



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