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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN XXIII
PARA EL «KATHOLIKENTAG» DE AUSTRIA
*

 

A nuestro querido hijo
Franz Cardenal König,
arzobispo de Viena

A todos los hombres y mujeres de Austria y a la juventud reunida en Salzburgo pare tomar parte en el Katholikentag de 1962 enviamos de corazón nuestro saludo y Bendición Apostólica.

Con paternal alegría nos hallamos en espíritu entre vosotros, recordando la hospitalidad austriaca de que fuimos objeto Nos mismo, joven sacerdote, en el año 1912, con ocasión del inolvidable Congreso Eucarístico Internacional de Viena, cuando se nos ofreció la oportunidad de conocer vuestra hermosa patria.

¡Cuán graves acontecimientos, cuántas pruebes de toda índole ha tenido que sufrir vuestro patria en los cincuenta años transcurridos! Y, con todo, hoy podéis alegraros, gracias a la benevolencia de la Providencia divina, de que habéis colaborado con espíritu de piedad e incansable diligencia, llenos de gratitud, de un excelente bienestar en el interior y de la paz en el exterior.

En tales circunstancias nos apremia de modo especial expresar nuestro deseo de que los más amplios sectores de vuestro pueblo puedan participar en los buenos resultados sociales y económicos en la línea de nuestra Encíclica Mater et Magistra y el progreso material no vaya nunca separado del florecimiento espiritual. Bien lo sabéis, un progreso económico unilateral sería incompleto y, por consiguiente, perjudicaría al alma.

Puesto que todo en la tierra tiene razón de medio, así el mejor nivel de vida exige una mayor atención a los problemas espirituales para que los beneficios de la convivencia civil y cristiana se extiendan cada vez más y arraiguen en el corazón del pueblo.

Este es el motivo de haber escogido la siguiente consigna para vuestro encuentro: "No extingáis el espíritu", el espíritu de Pentecostés, que tiene su origen en el Espíritu Santo. Ese mismo Espíritu de Dios, quien en la creación alentó sobre las aguas, es el que en la criatura visible es espíritu de la vida y del orden, cuya imagen es el espíritu. humano; Espíritu Santo, enviado por Cristo "para renovar la faz de la tierra" (Sal 103 30 ). El Espíritu de Verdad en virtud del cual "también vosotros debéis dar testimonio" (Jn 15, 27), ¡no lo apaguéis!

El Paradito, enviado por el Padre y el Hijo, quiere vivificar la actividad pastoral tan celosa de vuestros obispos y sacerdotes en correspondencia con las exigencias del tiempo presente; penetrar con su ardor en vuestra vida privada y pública. Animados por el Espíritu Santo los padres tomarán conciencia de sus deberes; la escuela halla su coronamiento y las jóvenes generaciones reciben la sana educación. Ilumine el Divino Espíritu a vuestros hombres de Estado en sus tareas llenas de responsabilidad. Es para Nos motivo de gran consuelo el hecho de que una parte de las cuestiones concordatarias se haya ya resuelto satisfactoriamente. Nos manifestamos de buena gana nuestra confianza en que por el camino del buen entendimiento tendrán solución satisfactoria otros problemas. El espíritu de Cristo sigue siendo levadura en todo sector de la sociedad, en las Universidades para un provechoso contacto entre la fe y la ciencia; en el mundo de la industria y de la técnica para que éste reconozca cada vez más al Espíritu creador de Dios como causa primera incluso de sus más recientes progresos en toda ciudad., y pueblo, colocados en el trance de poner en peligro el almo, ahítos de cosas materiales que proporciona nuestro tiempo tan veloz.

Sed cada uno de vosotros, mediante una vida constituida por la fiel adhesión a la "comunidad del Espirito Santo" (2Co 13, 13) exhortación y ejemplo laminoso paro todos tos que entre vuestros hermanos y hermanas, con frecuencia a causa de circunstancias desgraciadas, han perdido el vínculo vital con Cristo. Colaborad unidos y serenos en el espíritu de la Acción Católica. "Sed piedras vivas" (1P 2, 5) en el templo vivo de la iglesia. Tomad, pues, cada uno de vosotros parte en la realización de la gran tarea a que tiende el inminente Concilio Ecuménico: hacedlo mediante una auténtica renovación interna de vosotros mismos, de un ahondamiento de la vida cristiana en el espíritu de Jesucristo y ello en vuestra familia, en la parroquia, en el ámbito de vuestra actividad profesional, para que la Iglesia, confortada por el Espíritu de Verdad (Jn 5, 2) resplandezca a los ojos de los hombres de nuestro tiempo como el Cuerpo Místico de Cristo, gloriosa, santa, inmaculada (Ef 5, 27).

En prenda de esto y al mismo tiempo como prueba de nuestra benevolencia paternal, te bendecimos, querido hijo, que con tanto sacrificio has hecho posible este encuentro, a todos tus colegas en el Episcopado, especialmente al venerable arzobispo de Salzburgo, a todo el clero austriaco, a todos los que han colaborado en la preparación y realización de este gran Congreso, a los fieles presentes en Salzburgo, a sus familias, así como a los hijos de Austria. tan queridos de Nos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 26 de mayo de 1962.

IOANNES PP. XXIII


*AAS  54 (1962) 435;  Discorsi Messaggi Colloqui del Santo Padre Giovanni XXIII, vol. IV, pp. 1012-1014.



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