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DISCURSO DEL PAPA JUAN XXIII
A LOS DIRIGENTES DE LA "INTERNATIONAL BUSINESS MACHINES"
*

Sábado 18 de marzo de 1961

 

Señores:

Con mucho gusto hemos accedido a vuestro deseo de conversar con vosotros un instante en el transcurso de esta reunión romana, que congrega a numerosos miembros de la "International Business Machines" para Europa y el Oriente Medio, y os damos la bienvenida de todo corazón.

La I. B. M. evoca para los no especialistas un mundo complejo y misterioso de máquinas de formas inusitadas y mecanismos complicados, cuya perfección técnica permite la realización casi instantánea de operaciones que exigirían al hombre años de trabajo encarnizado e incierto. Lo que impresiona la imaginación, especialmente, son esos coordinadores electrónicos que efectúan millares de cálculos matemáticos en mínimas fracciones de segundo. Pero vosotros, señores, sabéis más sobre estos datos técnicos de lo que os podríamos decir ni tampoco es éste el propósito de esta charla familiar.

Si la I. B. M. evoca para muchos esas máquinas prodigiosas, el pensamiento y corazón del Papa qué os habla se fija en los hombres que las realizaron a costa de prolongadas investigaciones; en los hombres que las utilizan para asegurar el pan de su familia; en fin, en los hombres cuyo trabajo deben aliviar, favorecer el bienestar material y facilitar su desarrollo espiritual.

"La Iglesia —como recordó nuestro Predecesor Pío XII en su memorable mensaje de Navidad de 1953— ama y favorece el progreso humano" (Discursos y Radiomensajes, t. XV, p. 646). Y no hay duda de que los medios técnicos que cada día perfecciona la ciencia electrónica pueden ser preciosos auxiliares de este progreso. Así, la introducción de la automatización en la elaboración y utilización de los datos de información permite tomar en consideración un creciente número de coeficientes humanos en el establecimiento de previsiones económicas y favorece la humanización de los planes de producción. Del mismo modo, el análisis cada vez más minucioso de las posibilidades que desarrollar y de las necesidades que satisfacer, al permitir un mejor conocimiento de las situaciones reales y de su evolución previsible, lleva a los hombres a tomar decisiones más adaptadas, a encauzar los recursos hacia las poblaciones más desprovistas de ellos y, de este modo, a servir mejor al bien común de la gran familia de los hombres.

En la medida en que vuestras máquinas ayuden a coordinar los esfuerzos, a armonizar las actividades, a desarrollar de modo equilibrado toda la economía, respetan la finalidad del trabajo humano y ayudan a satisfacer esas inmensas necesidades que en tantas partes del mundo y en tantos sectores de la sociedad son una angustiosa llamada a la riqueza de las naciones más favorecidas.

Se da también una aplicación muy particular de las técnicas de la automatización que queremos subrayar ante vosotros, por ser un ejemplo acabado del valioso concurso que el progreso electrónico ha prestado a las más altas disciplinas. Nos referimos al Index thomisticus, concebido y realizado gracias al esfuerzo de una elogiosa labor por nuestro querido hijo Roberto Basa, de la Compañía de Jesús. Conocemos la valiosa aportación que prestáis a esta obra monumental, importante etapa en el conocimiento del patrimonio cultural de la humanidad y promesa de renovación en las ciencias filosóficas y documentales.

Eso es —¿cómo no alegrarse de ello?— una utilización del progreso técnico al servicio del humanismo, un empleo de las maquinas en provecho de los valores espirituales, ejemplo nuevo e impresionante del dominio del espíritu sobre la materia y de la realización del mandado que dio el Creador a nuestros primeros padres. "Poblad la tierra y dominadla" (Gen. 1, 28)

Lo cual quiere decir que, lejos de llenarnos de un insensato orgullo, el progreso técnico nos conduce a la humildad de la criatura y al asombro del niño lleno de gratitud por los dones que recibió y que se aplica a hacer fructificar:

¿Cómo no ver en ello, asimismo, una llamada imperiosa a la grandeza del hombre "creado noblemente y restaurado más admirablemente todavía" (ofertorio de la Santa Misa), redimido con la sangre preciosa de Nuestro Señor Jesucristo? (1 Petr. 1,19). Lo cual da un valor a todos los miembros de la gran familia cristiana que toda máquina nada es, por costosa que sea, frente a la eminente dignidad de los hijos de Dios.

Tales son, señores, los pensamientos que nos sugiere el amable encuentro de esta mañana y que hemos querido ofrecer a vuestra consideración. Ved en ellos la prueba de nuestra benevolencia hacia vuestras personas y actividades en las que nos complacemos en desearos los mejores éxitos.

Y en prenda de la abundancia de las mejores gracias, que imploramos del Señor para vosotros y vuestras familias, os concedemos de todo corazón el favor de una particular Bendición Apostólica.

 


* AAS 53 (1961) 225-227; Discorsi, messaggi, colloqui, vol. III, págs. 176-178.

 

 



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