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DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
DURANTE EL ÁNGELUS
A LOS ESTUDIANTES VENCEDORES DEL CONCURSO "VERITAS''
*

Castelgandolfo
Domingo 17 de septiembre de 1961

 

El encuentro de vuestras juventudes con el Papa culmina aquí en Castelgandolfo con la participación de los estudiantes de los Institutos de Enseñanza Media en las pruebas del Concurso "Veritas" que dirige el estudio, cada vez más profundo, de la cultura religiosa.

Nos alegramos de expresaros nuestra complacencia y de alentar, además, a todos vuestros condiscípulos que han participado en el Concurso.

En vosotros vemos a la juventud no sólo de Italia, sino del mundo. Y como el anciano Abrahán vislumbraba la multitud del futuro pueblo, numeroso "como las estrellas del cielo y las arenas del mar" (Gen. 22, 17), así nos alegramos ante la visión de las modernas generaciones, que son promesa del futuro.

El domingo pasado dirigimos nuestro Mensaje a los pueblos, a los "hombres de Estado y de Gobierno" para salvaguardia y defensa de la paz en la libertad y la justicia.

Pasados ocho días, vuestra presencia ofrece como la tranquilizadora respuesta a aquella angustiada solicitud nuestra.

Pues vosotros sois garantía de paz y esperanza de tiempos mejores. Y esto porque brillan en vuestras frentes tres nobles características: sois jóvenes, sois hombres de voluntad, sois estudiosos.

Ante todo, sois jóvenes, queridos hijos e hijas, y, por tanto, abiertos a todo lo que es bello, santo y justo. El sentido del desánimo, el pesimismo demoledor que con frecuencia cortan energías todavía idóneas, no han resquebrajado el limpio cristal de vuestra juventud.

Conservad esta trasparencia, este valor, para afrontar las más duras pruebas, este interés por las buenas cosas de la vida.

En vuestra juventud ordenada y serena reside el secreto de la sociedad que os espera.

A pesar de las voces que aquí y allá se alzan un tanto preocupadas por la firmeza de los jóvenes de hoy, queremos confiar en ellos. Lo repetimos a menudo en las audiencias semanales y os lo reiteramos hoy: confiamos en vuestras cualidades de alma y corazón, a quienes en un futuro próximo se confiarán responsabilidades civiles y sociales.

También ofrecéis garantía de paz, porque sois hombres de voluntad.

El afán constante por perfeccionar vuestra cultura religiosa y la aplicación a los cursos escolares son prueba significativa de buena voluntad. Alimentad, pues, con santos ideales esta voluntad. A vuestras fuerzas bendecidas y transformadas por la gracia del Señor se pedirá una valiosa cooperación en la formación de la comunidad nacional e internacional, en la que los egoísmos y desconfianza cedan a la mutua concordia y caridad. Además, de vuestra buena voluntad espera mucho la santa Iglesia.

Vuestra generosa sensibilidad —nuestro corazón se alegra al vislumbrarlo—nos asegura que no queréis engañar, que seguiréis haciendo fructificar los talentos que Dios os ha confiado.

Finalmente, queridos hijos e hijas, vosotros sois garantía segura de paz, porque sois estudiosos y, en el caso concreto, queréis profundizar en los temas fundamentales de la vida tal y como son propuestos por la Revelación Divina y enseñados por el Catecismo.

En el gran librito se encierran explicaciones y respuestas a todas las interrogantes que abruman a las conciencias de todos los tiempos; aquí está la fuente de agua viva, que sacia toda sed de absoluto, que tantas almas, dotadas también de cualidades intelectuales extraordinarias, buscan en vano, porque se obstinan en apagar su sed en otra parle (Ier. 2, 13).

Con el estudio del Catecismo en los años fecundos y decisivos de la vida vais derechos a lo esencial, comprendéis dónde está la verdad que nutre y fortalece, y Nos confiamos que ella iluminará vuestro modo de vida, conforme a la inspiración del Salmo: "Tu palabra es una antorcha que alumbra mis pasos y una luz para mis sendas" (Ps. 108, 105).

Que esta antorcha os ilumine ,en todos los caminos que se abrirán a vuestras actividades para que podáis seguir siendo fieles al Señor y hacer el bien por su amor. Así prestaréis vuestra cooperación personal a la tutela y salvaguardia de la paz; paz en vuestras conciencias sobre todo, que no dejará de difundir fuera de vosotros su mayor irradiación; en vuestras familias, en la profesión que ejerzáis en la sociedad.

Sobre estos deseos ponemos el sello de nuestra Bendición Apostólica, que extendemos a vuestros familiares, a los directores y profesores de los institutos que representáis, a los Secretariados Catequísticos diocesanos.

Gratia et laetitia, benedictio et pax.

 


* Discorsi, messaggi, colloqui, vol. III, págs. 421-423.

 

 



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