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DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
A LOS DIRIGENTES DE LA ACCIÓN CATÓLICA ITALIANA
Y DE LA UNIÓN DE JURISTAS CATÓLICOS ITALIANOS
*

Sala Clementina
Domingo 10 de diciembre de 1961

 

Venerables hermanos,
queridos hijos de la Acción Católica:

Vuestra visita al Padre que tanto os ama es una fiesta de familia.

La reunión del 3 de noviembre Nos puso en contacto con los queridos jóvenes de Acción Católica y con los representantes mundiales de todas las ramas del apostolado laical, que quisieron ofrecernos su homenaje de una manera singular y agradable.

El gozo de aquella reunión se reaviva hoy con vuestra presencia, tan conspicua y distinguida. Pues tenemos delante de Nos a los dirigentes más calificados y responsables de la Acción Católica; y, entre ellos, a los representantes de los juristas católicos italianos, con su digno presidente, los cuales han terminado hace poco el XII Congreso Nacional de Estudio sobre el tema "La evolución de las instituciones jurídicas desde la Rerum Novarum a la Mater et Magistra".

Por su prontitud y preocupación por profundizar en la doctrina social de la Iglesia, como por su noble pretensión de hacer siempre penetrar la luz cristiana en los estudios y en el mundo del derecho, les renovamos Nuestro paternal agradecimiento.

Queridos hijos: En la expresión tan vibrante de vuestro entusiasmo, deseamos recoger como el eco de la generosidad y del amor de los bravos católicos, que en todo el mundo prestan a la jerarquía una preciosa colaboración, testigos del cristianismo en la oración, en la acción y en el sacrificio, por Cristo y con Cristo.

Sabemos que en la asamblea anual habéis considerado la actividad desarrollada, medido la validez de los métodos y de los programas, a la luz de la experiencia y de la contribución de los resultados comunes, y restablecido en toda su belleza los ideales que animan a la Acción Católica.

Y ahora deseáis escuchar Nuestra voz de Padre, según las indicaciones de aquello que más amamos.

Deseamos sintetizar nuestro pensamiento en tres puntos, que repiten o amplían cuanto dijimos el 10 de enero de 1960: Preeminencia de lo sobrenatural; Unidad en la multiplicidad; Colaboración en el apostolado jerárquico.

1) Está bien la resuelta afirmación que habéis querido dar a la preeminencia de lo sobrenatural, a la fidelidad interior y formativa de la Acción Católica. Ella tiene, y debe tener, una gran eficacia externa y penetrar en un ambiente cada vez más vasto, donde sea necesario; pero el secreto de toda eficacia y la medida de la profundidad y validez de su trabajo está aquí, en la formación interior de sus miembros; en el grado de gracia y de unión con Dios, alcanzado por cada uno de ellos en la vida espiritual.

En la reunión del 3 de noviembre pasado subrayamos el primer plano que la oración debe tener en vuestros ideales. "Pues —dijimos— es el fundamento y sostenimiento de la acción, y da perfume y delicadeza al sacrificio. Sin la oración, la acción se convierte en una exterioridad sin sentido, que bajo efímeros resultados esconde la infecundidad; sin la oración el sacrificio no se comprende en su valor, porque se convierte en algo áspero y frío".

Es, pues, la vida sobrenatural, alimentada con los grandes medios de santificación, la que da a cada una de vosotros la fuerza en las ideas, el calor en las convicciones, la generosidad en las empresas. Sin decir lo que se desprende de esta contribución, es decir, delicadeza y garbo, madurez de juicio, prontitud en la obediencia, ardorosa caridad. Aquí está el secreto de una verdadera y durable eficacia en el apostolado, aquí se funda toda digna empresa, y por esto es bendecida por Dios.

Esta vida sobrenatural es la aplicación de las grandes decisiones indicadas por Jesús en el Pater Noster, sanctificetur nomen tuum, adveniat regnum tuum, fiat voluntas tua. Nos es familiar, lo sabéis, esta repetida insistencia en proponer la meditación de la oración enseñada por Jesús. El nombre santo de Dios, respetado, amado, predicado, es decir, su luz y su amor que "enciende en nuestros corazones para hacer claro el conocimiento de la gloria de Dios en Cristo Jesús" (2 Cor., 4,6); su reino difundido y extendido, en una efusión de celo iluminado y alegre; su voluntad obedecida y cumplida, esa voluntad que obra nuestra santificación (1 Ts, 4,3). En el Nombre brilla la luz, que hace de todo cristiano un consagrado a la buena causa de la Iglesia, en el Reino está la razón de todo apostolado, también del de los laicos, en cooperación con la Jerarquía; en la voluntad divina está el mandamiento de la acción, al cual no nos podemos sustraer.

Custodiad, por lo tanto, en vosotros y en cada uno de vuestros afiliados este interés celoso por los intereses de Dios y de las almas y en la búsqueda del Unum necessarium (Luc. 10,42).

2) La unidad estructural de la Acción Católica, en todas sus ramas y movimientos, es de gran interés, porque en ella está el secreto de la ordenada eficiencia de vuestra múltiple actividad.

De un lado está la diversa fisonomía de las ramas de la Acción Católica, en las que se reflejan la faz y el alma de las diversas categorías y estados sociales, la inocencia de los niños, el ardor de los adolescentes, la constructiva seriedad de los jóvenes, la experiencia y el buen ejemplo de los padres y madres de familia. En la Acción Católica todos aportan el tributo de la diversa preparación y sensibilidad y la tarea de cada uno es según las particulares directrices. Pero un trabajo, incluso profundo, desarrollado por las diversas ramas, sin la preocupación de la unidad, no podría aportar los deseados frutos, porque desvanecería las energías en una excesiva dispersión. La unidad debe regular el trabajo común, dirigirlo hacia metas sencillas, pero precisas y claras, favorecer la libre expansión de las fuerzas particulares.

Sin una acción concorde no se ha conseguido jamás un éxito duradero y profundo; la historia lo demuestra. El magnífico desarrollo del cristianismo tiene su origen también aquí, supuesta la ayuda de la gracia y la perennidad de las promesas de Cristo. El estatuto de la Acción Católica italiana aprobado por Nuestro predecesor Pío XII, de venerable memoria, subraya el deber de la unidad.

El espectáculo ordenado de la Acción Católica sea el emblema también exterior de esta interior y desinteresada unidad serena, paciente, luminosa, que el Papa os recomienda.

3) Aún unas palabras, queridos hijos. La Acción Católica es la cooperación de los seglares en el apostolado jerárquico. Esta es vuestra vocación, comprendida en toda su belleza; es la irradiación de enseñanzas y ejemplos, es la difusión del apostolado en el surco abierto por los pastores de la Iglesia. Nos place hacer Nuestras, a este propósito, las palabras de Pío XI: "El Papa siempre pensó, piensa y pensará que la obra de la Acción Católica... es verdaderamente, ante todo y sobre todo, misionera, apostólica".

Sí. Esto esperan de vosotros la Iglesia y los obispos, que seáis misioneros y apóstoles. Las empresas pastorales, el multiplicarse las necesidades, las mismas formas de la vida moderna no siempre permiten a los sacerdotes estar en todas partes presentes con su palabra y con su trabajo. La Acción Católica está, por tanto, llamada a aportar su ayuda preciosa en las modernas necesidades de apostolado.

Misioneros, apóstoles, en la vida privada como en la pública, en la escuela y en la fábrica, en la cultura y en sus múltiples manifestaciones, hasta en el delicado sector de los espectáculos, de las diversiones y del llamado "tiempo libre". Presencia discreta, operante, que huye de la polémica, juzga cautamente sobre los hechos y sobre las personas; presencia que no aleja ni desanima a los hermanos, sino que los atrae con la fuerza de la verdad, del ejemplo y de la caridad.

Misioneros y apóstoles, éste es vuestro valor, vuestra responsabilidad. Acoged esta consigna del Papa; hacedla saber a cuantos hoy aquí representáis. Esto deseamos, para una afirmación cada vez más luminosa del reino de Cristo en el mundo: Adveniat regnum tuum.

Venerables hermanos y queridos hijos. ¡Cuánto nos conforta el pensar en el entusiasmo con que estos Nuestros anhelos paternos serán acogidos y practicados! La Acción Católica ha querido siempre distinguirse por su prontitud y fidelidad en el generoso servicio a la Iglesia y el nuevo año social Nos dará una nueva confirmación.

Estamos próximos a vosotros con todo el apoyo y el afecto de Nuestro corazón y para que la común actividad logre todos sus resultados que os deseamos, Nos pedimos al Señor los dones de su asistencia.

El 15 de agosto pasado, acogiendo en Castelgandolfo a un grupo de jóvenes que, por su procedencia y por la ferviente simpatía, Nos recordaban las circunstancias, lugares y personas siempre queridas, Nos proporcionó la emoción que suscita la visión prometedora del porvenir.

Bajo la mirada de María Santísima Asunta, y rodeados como estábamos por aquella juventud abierta y serena, se Nos ocurrió recordar la palabra divina de Cristo, invitando a la confianza, o mejor, a la certeza: "La Iglesia está tranquila respecto a su tarea. Sus hijos mejores están junto a ella. Está asegurada la victoria al buen apostolado que está fundamentado en la columna et fundamentum unitatis, que es la Iglesia de Roma".

Sobre este renovado auspicio de buen trabajo apostólico deseamos dar a todos vosotros aquí presentes y a cuantos lleváis en vuestro corazón el sello de Nuestra paternal complacencia con una particular bendición apostólica.

 


* Discorsi, messaggi, colloqui, vol. IV, págs. 77-82.

 

 



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